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LO ABSOLUTO Y LA REALIDAD 249 dos los atributos infinitos, han perdido su aparente consistencia y se han diluido en lo único que es verdaderamente consistente. Pero es una impresión engañosa, en cuanto que la reflexión no ha supera­ do la exterioridad. Más concretamente, se ha llegado a un absoluto, que es distinto de toda determinación, y, en este sentido, externo a ella. No es suficiente, para llegar a lo verdaderamente absoluto, afir­ mar su núcleo esencial, ajeno por así decirlo a todo contagio con la realidad externa. Muy al contrario, lo que así se consigue es justo lo opuesto de lo que se pretende, dado que lo externo se sustrae a lo interno en que se dice consistir lo absoluto. De esta forma, lo mismo interno está afectado por la exterioridad, en cuanto que es externo a lo externo. Lo puramente interno es así lo puramente externo, como tendremos ocasión de ver más adelante. «La determi­ nación interior... no penetra lo absoluto; su exteriorización consiste en desaparecer, como algo meramente puesto, en lo absoluto» (WL II, 162-472 s.). Con otras palabras, lo absoluto sólo llegará a ser verda­ dera o plenamente absoluto cuando la determinación interna o esen­ cial penetre todas sus manifestaciones, lo cual no se da, a su vez, sino en cuanto que lo absoluto es esencialmente manifestación, de forma que, lejos de perderse en ella, adquiera así su propia consoli­ dación. Medido con este concepto o exigencia el atributo se revela como algo de todo punto inconsistente. «Por consiguiente, la forma por la cual lo absoluto sería atribu­ to, sea que se la considere como extrínseca o intrínseca, está, al mismo tiempo, puesta como para ser algo en sí mismo nulo, una apariencia exterior, o sea pura manera y modo» (WL II, 162 - 473 ). Lo que acabamos de decir deja el camino abierto y diseñado para llevar a cabo esa inversión en el concepto de lo absoluto, de la que hablábamos al principio. Es lo que Hegel expresa mediante sus reflexiones sobre «el modo de lo absoluto». La deducción del modo viene a consistir en que la propia deter­ minación del atributo, entendido como dimensión interna de lo absoluto, postula el paso a la exterioridad, porque de otro modo no se supera la contradicción fundamental, consistente en que lo inter­ no, como simplemente opuesto a lo externo, es forzosamente externo, es decir, literalmente externo a lo externo. La formulación de Hegel es

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