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LO ABSOLUTO Y LA REALIDAD 247 extrínseca. Por consiguiente, no es lo absolutamente absoluto, sino lo absoluto en una determinación (in einer Bestimmtheit), o sea es el atributo» (WL II, 160-471). Lo verdaderamente importante de estas reflexiones es lo siguien­ te. Como, según lo visto anteriormente, la reflexión extrínseca es acti­ vidad del absoluto mismo, resulta que más allá de esa reflexión no hay, para empezar, ninguna otra cosa. Ciertamente el resultado de la reflexión no es lo absolutamente absoluto, pero es que lo absoluta­ mente absoluto no está, en este estadio, en parte alguna, como si se tratara de llegar a él por un método de conocimiento distinto de la reflexión extrínseca; se trata de algo postulado, a lo que únicamente se puede llegar en cuanto que se constituye como resultado de un proceso. En el comienzo no tenemos sino la reflexión extrínseca, por­ que en el comienzo lo absoluto mismo no es sino como tal reflexión extrínseca: «lo absoluto no es sólo atributo porque es objeto de una reflexión extrínseca, y, por tanto, algo determinado por ésta. O sea, la reflexión no le es sólo extrínseca, sino que de modo inmediato, es decir, en tanto le es extrínseca , le es intrínseca» (WL II, 160-471). Aun­ que tendremos ocasión de ver cuáles son el significado y las implica­ ciones de lo meramente intrínseco y de lo meramente extrínseco, en el nivel en que ahora nos encontramos tal identidad se comprende en el sentido obvio de que lo absoluto en sí o en su interioridad no pasa de ser el proceso mismo de aquella reflexión y su resultado. De esta forma lo absoluto, comparado con la concepción tradicional y también con la concepción habitual, se presenta como vaciado de contenido, porque de hecho lo está aún; en sí, en este sentido inicial lo absoluto es simplemente imperfecto. Y, sin embargo, lejos de ser ésta la última palabra, lo absoluto va a devenir verdadera o absolutamente absoluto, porque ya en este estadio inicial no es una simple identidad abstracta, sino la identi­ dad de dimensiones opuestas que, en la pugna por superar su mutua contradicción, llevarán consigo la realización de lo verdade­ ramente absoluto. La clave inicial está, como vamos a ver, en la determinación de lo absoluto como atributo: «Lo absoluto es lo abso­ luto solamente porque no es la identidad abstracta, sino la identi­ dad del ser y de la esencia, o sea la identidad de lo interior y lo exterior. Por tanto, es él mismo la forma absoluta, que lo hace apa­ recer en sí, y lo determina como atributo» (WL II, 160-471).

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