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134 ENRIQUE RIVERA Me permito concluir esta mi reflexión con la mención de M. de Unamuno 38. Su visión de la historia resume cuanto llevamos dicho sobre la deseada formación cultural planetaria. Distingue tres planos en la historia. Al primero lo juzga superficial por atenerse a las tensio­ nes de plaza y calles, en lucha de unos contra otros, tanto a nivel nacional como internacional. Debajo de esta historia, que llama de bungalla y periodismo, entrevé la vida silenciosa de los diversos pue­ blos, vida que da jugo y nutrimiento a los máximos valores espiritua­ les que los ennoblecen y dan pauta a su mejor vivir. En el entusiasmo de los dramas sacros de Calderón vio Unamuno expresada la vida ínti­ ma religiosa del pueblo hispano. Impensables en otros pueblos veci­ nos, que tienen otros logros culturales inasequibles para los españo­ les. Mas debajo de esta diversas reacciones de los diversos pueblos, M. de Unamuno percibe lo que es propio del hombre en cuanto tal. A este hombre ve Unamuno en la figura doble de Don Quijote y San­ cho, tipos eternos del hombre de ayer, de hoy, de siempre. Estos per­ sonajes no son hispanos, ni pertenecen a ninguna nacionalidad. Son personajes humanos. Por doquier hemos topado con hombres quijotes seguidos de su peculiar escudero. Encarnan ambos al hombre de anhe­ los y aspiraciones; también de prosaísmos y de engaños lucrativos 39. Concluyo con esta ultima reflexión. Si con Don Quijote y San­ cho topamos al hombre en cuanto tal, a este hombre tenemos que formarlo y educarlo con la deseada cultura p lan etaria. Enrique R ivera Universidad Pontificia Salamanca estudio I. D elgado G o n zá lez , José Martí y nuestra América, Aachen, 1996 (C on co r - dia -R eih e -M o n o g raph ien , Band 17). 38 Doy esta visión de Unamuno, comparándola con otros pensadores hispa­ nos en mi estudio «Encuentro de culturas en el pensamiento español contemporá­ neo: Miguel de Unamuno, Eugenio D’Ors y José Ortega y Gasset», en La ciudad de Dios, 185 (1972) 199-224. 39 El hispanista italiano M.-F. S ciacca ha percibido el alto valor del «quijotis­ mo- como solución al problema actual del hombre, pidiendo una cruzada espiritual a su favor. Expone su plan y su deseo especialmente en su estudio II chisciottismo trágico de Unamuno, Milano, 1971.

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