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HACIA UNA CULTURA PLANETARIA 129 de 1885 fue firmada el acta que dictaba las reglas para el reparto del África»25. El acuerdo no acalló las apetencias y lamento tener que confe­ sar que mis primeras informaciones sobre los orígenes de la prime­ ra guerra europea, señalaban, como origen primario, el tema del predominio colonial de unas potencias sobre otras. A este motivo, vigente al surgir la segunda —Hitler y Mussolini pedían más colo­ nias— hay que añadir la más maléfica de todas las ideas ético-polí- ticas de nuestro mundo moderno: el racismo26. Muy de notar en este momento, contra lo que en ocasiones se escribe, es que España, pese a las páginas dolorosas y hasta crueles de su historia, siempre se mantuvo al margen de la criminal idea racista. He aquí lo que escribe R. de Maeztu hacia el 1934, en un momento de máxima alza del racismo: «Nosotros nunca sentimos el orgullo del color de la piel, precisamente para proclamar ante el mundo que la raza, para nosotros, está constituida por el habla y la fe, que son espíritu, y no por las oscuridades protoplasmáticas»27. Un esplritualismo cristiano se proclama aquí frente al agresivo mate­ rialismo biológico del protoplasma, clave de la dura e ineludible lucha de pueblos en la historia humana. De lamentar que parte de Europa haya sucumbido en nuestros días a un racismo de odio y de exterminio. Por gran fortuna, de un hecho histórico tan infaus­ to ha surgido por reacción salvífica un hondo sentimiento de respeto a la dignidad de la persona humana, por ser tal, y de reconocimien­ to en sus derechos fundamentales. De hecho tan prometedor ha sur­ gido igualmente la exigencia de lo que vengo llamando en mi estu­ dio: CULTURA PLANETARIA. 25 Jacques P ir en n e , Las grandes corrientes de la historia, vol. VI: El siglo xix progresivo y colonialista, trad. de la 4.a ed. fr. por J. L ó pez O liva . Edit. Éxito, Barce­ lona, 1967 (en p. 313 puede verse una foto con esta inscripción: Una sesión del Congreso de Berlín para tratar del reparto de África). 26 Entre la multitud de obras citamos la más significativa y de mayor influjo en la juventud alemana: Alfred R o se n b e r g , Der Mythus des 20 Jahrhunderts, Mün- chen, 1933 (Su a., ministro del III Reich, fue ejecutado tras su condena en el proce­ so de Nurenberg). 27 Ramiro de M a eztu , Defensa de la hispanidad, 3.a ed., Valladolid, 1938, p. 82.

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