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HACIA UNA CULTURA PLANETARIA 127 entre la necesaria praxis maquiavélica y las ineludibles exigencias de la moral y de la religión. Durante la Contrarreforma en España se hizo muy agudo el pro­ blema de la razón d e Estado. Muy contrarios al mismo fueron los antimaquiavélicos J. de Mariana, P. de Rivadeneyra, Cl. Clemente, etc. Otros buscan en el tacitismo un compromiso, como A. Pérez, Alamos de Barrientos, B. Gracián, etc... En Quevedo se dan cita estas tendencias y pudo haber dado a España la lección doctrinaria que políticamente necesitaba, conforme con la moral cristiana, teniendo en cuenta las exigencias históricas de la hora. Lo que bien podría llamarse legitima razón d e Estado. Apena que se limitara a escribir, Política d e Dios y g ob iern o d e Cristo. Este libro es más de política devota que respuesta a las urgentes necesidades de aquella hora hispánica, que muy bien veía, lamentaba y profetizaba con signo pesimista 21. Si la razón d e Estado tuvo su cuna en Italia en el aspecto doc­ trinal con irradiación en otras naciones, las monarquías europeas la hicieron suya: desde Richelieu hasta Federico el Grande, según cita que tomamos de la En ciclop ed ia filo s ó fic a it a lia n a 22 . Pienso que hay que retrasar su influjo hasta bien entrado nuestro siglo. Si se examinan los tratados internacionales que ponen fin a las gue­ rras de estos cuatro últimos siglos, ningún ideal ético se advierte en ellos. Tan sólo se cuestionan intereses materiales y de poder. Por vía de ejemplo, sin mala intención, podemos recordar la paz de Utrecht. En ella pierde España Gibraltar por motivo de mera estrategia política. Pero es todavía más significativo que perdiera su supuesto derecho al comercio de negros para América que Inglaterra se lo apropia igualmente. Es innegable que este espíritu de la «razón d e Estado» ha sido el coeficiente primario que ha estado”» (Historia crítica del pensamiento español, vol. III, Espasa-Calpe, Madrid, 1979, p. 60). 21 En nuestro estudio «El pensamiento de Quevedo» (guión bibliográfico), en Cuadernos Salmantinos de Filosofía 8 (1981) 269-285, nos vimos forzados a con­ cluir que el genial Quevedo vio mucho en aquella hora decisiva hispánica, pero aportó pocos remedios que pudieran ser eficaces a la misma. 22 Enciclopedia Filosófica italiana, Firenze, 1967, vol. 5, pp. 510-511: Ragion di stato.

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