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HACIA UNA CULTURA PLANETARIA * Iniciamos esta reflexión desde el meditado examen que de la cultura hace J. Ortega y Gasset. Advierte que esta palabra, tan a mano hoy, la puso en uso J. L. Vives, para dar a entender el cultivo superior del espíritu con la expresión cultura an im il. Elevó, afirma Ortega, el ejercicio de la labranza para significar los modos de ges­ tarse los productos literarios y científicos2. Pero muy luego hace ver que si toda comparación es inadecuada para aclarar lo que preten­ de, lo es en sumo grado la faena de labrantío para hacer ver lo que es en sí la cultura o cultivo del espíritu. Se da, en efecto, una dife­ rencia radical por cuanto la labranza del campo lleva en sí la reite­ ración del mismo producto, mientras que la cultura animi está cons­ titutivamente abierta a nuevas creaciones, fruto de la actividad creadora del espíritu. Ulteriormente afirma Ortega que toda cultura auténtica se enfrenta con los múltiples problemas de la vida huma­ na en su perenne hacerse. Da un paso más, al advertir que, siendo los problemas de la vida tan distintos en los diversos pueblos, dis­ tintas, igualmente, tienen que ser sus culturas en su intento de acla­ rarlos y resolverlos 3. Iluminado es este análisis de la cultura en la más alta significa­ ción. Con todo, no es aceptable en este momento histórico parar- * Estudio leído en X Seminario de Historia de la Filosofía española e iberoa­ mericana: Filosofía hispánica y diálogo intercultural. Para ser publicado en sus Actas. 1 J. O rtega y G asset , «Corazón y Cabeza», Obras Completas, Revista de Occi­ dente, Madrid, 1947, t. VI, p. 149 (a esta edición nos remitimos en este estudio). 2 ídem, VI, p. 485. 3 Ortega es reiterativo en exponer tema tan aleccionador. Nos remitimos aquí a uno de sus mejores momentos: Misión de la Universidad, IV, Cultura y civiliza­ ción, o. c., VI, pp. 340-348.

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