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104 MARIANO BRASA DÍEZ efectibile, porque es imposible que un efectible provenga de la nada, como es igualmente imposible que pueda proceder de sí mismo. Para demostrar esto no arguye la doctrina aristotélica según la cual la efectibilidad de sí mismo encierra contradicción (al encon­ trarse al mismo tiempo en acto y potencia en sí mismo), porque en la consideración escotista un «efectible en acto» es ipso facto un efec­ to, y no un efectible. Para dar mayor peso a esta afirmación se basta con repetir lo que la autoridad de san Agustín había expresado con anterioridad y que decía que nada se hace o deviene por sí mismo o, lo que es lo mismo, que nada es causa eficiente de sí mismo, aunque con la versión personal ya indicada de que todo lo que es efectible, es efectible por otro. Es verdad que en estos términos Escoto no nos habla propiamen­ te del devenir, sino de la mera efectibilidad, o lo que sería lo mismo, de devenir «posible». No se refiere a los efectos (lo que de hecho de ha dado), sino a los efectible (lo que puede ser de hecho). Pero este paso de los efectos a los efectibles supone un intento de desembara­ zarse de los aspectos puramente contingentes para centrarse de forma certera en la esencia de las cosas y del ser: en cuanto que se dan efec­ tos, podemos hablar de efectibles, pero ¿podríamos plantearnos que un efectible pudiera hacerse a- sí mismo y ser su razón de ser? Esta pregunta sólo es posible plantearla, como queda patente, en el ámbito de las puras esencias y de la causalidad esencial sin más. En este sentido es en el que Escoto se permite la afirmación de que todo lo que es efectible, es efectible por otro y, como conse­ cuencia de ello, es por lo que afirma que todo lo que puede deve­ nir, no puede devenir por sí mismo, sino por otro. Esto resulta ple­ namente válido en el terreno de las puras esencias, mientras que si nos referimos a la existencia, entonces es cuando nos vemos obliga­ dos a añadir «a menos que devenga por sí mismo»: ese es el caso de los cuerpos que se mueven después de haber recibido un impulso. Otro ejemplo de ese producir el propio devenir se da en el caso de la voluntad libre, porque se mueve a sí misma siempre a causa de su poder de autodeterminación. Según este argumento, el entendi­ miento no determina la voluntad, sino que es ella la que se deter­ mina a sí misma, porque si no fuera así, no sería libre.

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