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DUNS ESCOTO: LOS OTROS PROBLEMAS 99 todos. Sólo nos queda un concepto más general que el de las propias categorías, el de ser que, en definitiva, es el que nos ocupa. ¿Qué hemos de entender como «objeto primero» de una facul­ tad? Para responder a esta pregunta no necesitamos acudir a extra­ ñas articulaciones, sino que nos basta con articular aquello que sea naturalmente su objeto. Esto es precisamente lo que ocurre con el ente respecto al entendimiento humano; es preciso que nuestro entendimiento conciba siempre el mismo objeto: es decir, que la existencia de un objeto primero, propio y adecuado del entendi­ miento está exigiendo del entendimiento que nuestro conocimiento sea unívoco. Para que un término resulte unívoco es necesario que en todas sus acepciones signifique siempre lo mismo: «univocum est, cuius ratio est in se una». Dos son las formas en las que se da la atribu­ ción del ser: la primera directamente —en virtud de la primacía de la comunidad— y se da respecto de aquellos inteligibles a los que se atribuye el ser in quid, es decir, los que pertenecen a su esencia; la segunda se produce en cuanto que aplicamos la virtualidad y se da en los inteligibles que no son en sí, pero están implicados en algunos de los que directamente son. De lo dicho hasta aquí se deduce que el ente es unívoco con univocidad de comunidad respecto de las cosas de las que se dice in quid, y que son géneros, especies e individuos; y con univoci­ dad de primacía de virtualidad respecto de las últimas diferencias y las propiedades transcendentales, de las que no se puede decir por sí que sean entes, pero están implicados en algunos entes. No podemos hablar de concepto alguno que designe un objeto primero del entendimiento y que sea objeto común quidditativamen- te a todo inteligible, porque no podemos afirmar de nada que sea más común que el ente, y éste no es común in quid a todos los inte­ ligibles. La vía para salvar la metafísica pasa y, por tanto, tenemos que contentamos con un objeto que sea primero en cuanto común, y de esta manera encontrar un objeto primero del entendimiento válido para la metafísica: «vel igitur nullum ponetur primum objectum, vel oponet ponere pñmum adequamtum propter communitatem in ipso». El siguiente paso en nuestro trabajo es preguntarnos si esta uni­ vocidad del ente se da del mismo modo con respecto a Dios. Los

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