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114 MARIANO BRASA DÍEZ modo natural, algo de la dimensión de intuitividad y, menos aún, que el que esa intuitividad se cumpla en la visión de Dios, al tiem­ po que esa dimensión permanece oculta a nuestro entendimiento, aunque p r o statu ipso, queden pistas de ellas en nosotros. CONCLUSIÓN Realizando un acercamiento profundo y total a lo que Escoto nos indica, es fácil llegar de modo conclusivo a unas resoluciones que nos permitan conjugar las dos perspectivas. Así nos encontra­ mos con que: Prim era: El ser ut qu od d am unum intelligibile es naturalmen­ te cognoscible por el entendimiento humano p r o nunc, por lo que, en cuanto es unum qu id singu lare no es el objeto propio y ade­ cuado del entendimiento. Para que fuera así, sería necesario saber a qué y a cuántos objetos se aplica, que se sabe después del dis­ curso metafísico. Como no están contenidos formalmente, sino vir­ tualmente en el ser, no se puede concluir a ellos con conocimien­ to real, sino bajo la previa notificación de los mismos; noticia previa que nos llega por muchos y variados caminos, entre los que esta la Revelación. Segunda: El entendimiento humano es, ex natura sua, intuitivo y, su objeto en cuanto intuitivo, es el ser en los que inmediatamente se ven los disyuntos a los que se aplica. Esta dimensión de la intuiti­ vidad y su objeto adecuado nos es manifestada por la Revelación. Tercera: Los dos modos lo son de poseer la realidad no como ella es, sino en cuanto que es. El primero es un modo abstracto de poseer la realidad, mientras que el segundo lo es concreto. El abstrac­ to es un modo de conocer imperfecto de cara a la intuición, pero es una perfección con relación a no poder conocerlo intelectualmente. Prof. Mariano B rasa D íez Universidad Autónoma Madrid

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