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108 MARIANO BRASA DÍEZ demostrar a posteriori, a partir de las criaturas, por la vía de mostrar primero las propiedades relativas a tal ser, para, a continuación, arri­ bar a sus propiedades absolutas, y en concreto, su infinitud. En lo que concierne a las propiedades relativas al ser infinito, que son la eficiencia y la eminencia, tenemos que seguir tres pasos: 1) probar que se llega a un ser existente actualmente, que es prime­ ro en el orden respectivo; 2) probar que la última causa eficiente es el primer fin, y recíprocamente, y que la causa eficiente primera es también la naturaleza suprema, y viceversa; 3) esta triple caracte­ rística no se debe común a diversas naturalezas, sino que es carac­ terística de una sola naturaleza. A continuación se pasa a la demos­ tración de la existencia de un Ser infinito por medio de la posesión necesaria de conocimiento y volición. Conocimiento y volición que se identifican con su sustancia, y que su conocimiento abarca actual y distintamente todo ser inteligible. Teniendo en cuenta estas consideraciones, Escoto da un paso adelante y nos da cuatro pruebas diferentes de la infinitud: a) de la eficiencia, por la que el ser que puede causar muchos efectos —de los que cada uno precisa en su causa la perfección que le es pro­ pia— es más perfecto si puede causarlos simultáneamente, y no sólo separadamente; b) del entendimiento , por la que la inteligencia de la causa absolutamente primera concibe simultáneamente, por un acto distinto y único, la totalidad de los inteligibles, que son infini­ tos, por lo que es infinito, ya que debe incluir simultáneamente las perfecciones de una infinitud de inteligibles, cada uno con la per­ fección correspondiente a su razón propia: c) de la voluntad, por la que nuestra voluntas puede desear y amar algo más grande que todo ser finito; d) de la eminencia, por la que nada puede ser más perfecto que el ser supremamente eminente en el orden del ser. Como un ser puede ser más perfecto que lo finito, el ser suprema­ mente eminente es infinito de forma necesaria. Tras dejar zanjado este asunto, el Doctor Sutil pasa a referirse al último de los que se indicaban en este epígrafe, es decir, el que se refiere a la unicidad de Dios. El método impuesto para elucidar este punto consiste en la demostración de las contradicciones que implicaría la posibilidad de varios entendimientos infinitos, varios poderes infinitos, varias voluntades infinitas, varias bondades infini­ tas, varios poderes infinitos, varios seres infinitamente perfectos o

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