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106 MARIANO BRASA DÍEZ de Aristóteles, de la teoría estoico-plotiniana y recogida por san Agustín de entender el devenir según la máxima de que todo lo que se mueve, se mueve por otro. LA UNIDAD DE DIOS Una vez que queda indicado el interés por el ser infinito, que es Dios, tenemos que hacer, con Escoto, una indagación ulterior que concierne a la unidad de ese ser infinito y que se desarrolla a lo largo de tres puntos o tres interrogantes abiertos que es preciso responder: ¿existe actualmente un ser infinito?, ¿la existencia del ser infinito es autoevidente?, ¿hay sólo un Dios? De estas tres preguntas planteadas, Escoto comienza su estudio por la segunda de ellas, porque la considera punto de partida meto­ dológico para la elucidación final de la terna completa. La propues­ ta escotista parte del estudio de la afirmación «Dios existe»/«el infini­ to existe», considerándola como proposición conocida por sí. Para abordar el problema hay que analizar y aclarar lo de «noción cono­ cida por sí». Por autoevidente entendemos toda aquella proposición cuya verdad aparece evidente del sólo conocimiento de los térmi­ nos que la forman (bastando, a veces, el conocimiento confuso). La cualidad de «conocida por sí» pertenece, por tanto, a la pro­ posición misma, resultando independiente del sujeto que la conoz­ ca. No es posible distinguir entre «proposiciones conocidas por sí» y «proposiciones cognoscibles por sí», del mismo modo que no se puede establecer la distinción entre «proposiciones conocidas por sí en sí mismas» y «para nosotros», porque, aunque un sujeto no perci­ ba la evidencia de una proposición conocida por sí, ella lo sigue siendo, aún incluso para ese sujeto, al que, aunque se le escape, no cambia su naturaleza. Por tanto, la proposición «Dios existe» viene a ser lo mismo que «esta esencia divina existe». Son dos proposiciones distintas, de tér­ minos distintos y, puesto que la primera es evidente por sí, lo es la segunda, porque el lazo de unión que se da entre esencia divina y existencia es inmediato: la existencia no es un predicado que hubie­ ra que unir a la esencia divina como si el predicado fuera externo a la noción del sujeto.

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