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72 MANUEL LÁZARO PULIDO lar, y ellas se confirman mutuamente. Podríamos pensar que en esa época ya se disponía de otros modelos sobre el universo y que Bue­ naventura se aferra ciegamente a una por convenirle a la metafísica cristiana tal y como él la concibe; pero si nos fijamos, también había otros esquemas metafísicos. La elección de unos y otros era cues­ tión de una opción. Y esta selección, verdad, tiene como telón de fondo una postura teológica. Ella determina la elección de los ele­ mentos y su interpretación, pero no condiciona la metafísica ni la cosmología en un servilismo vil. Podríamos pensar de la misma manera que de la metafísica surge un modelo cosmológico, como que esa cosmología existente exige un aparato conceptual metafísi- co determinado. Creo que no podemos ver con los mismos ojos este período apasionante medieval en el que Buenaventura vive, que el período actual. Esto que parece una verdad de «Pero Grullo» ha sido muchas veces olvidado. En términos kuhnianos nos encontra­ mos con un paradigma diferente, en el que los sistemas de valores, los métodos, los marcos conceptuales son, consecuentemente, tam­ bién distintos. El autor medieval del siglo xm dispone de varias lecturas. El mundo es entendido desde una doble perspectiva. «Para el pensa­ dor medieval, dice el P. Chavero, el mundo aparece como una doble realidad y, de ahí, que deba ser interpretado desde una clave física y metafísica. La primera mostrará la quidditas del mundo, la segun­ da, su significatio »10. Desde esta afirmación, vamos a ver el papel de la cosmología en el pensamiento bonaventuriano: el mundo y el cosmos como una realidad física que significa. En fin, Buenaventura no se interesa tanto de la entidad de lo creado, sin por ello menos­ preciarlo, como de su transcendencia significativa. El cosmos no es primariamente objeto de ciencia, sino de contemplación religiosa y estética 11. No es cuestión de realidades sino de prioridades. 10 F. de A. C havero , «Ser y significar. Aproximación al simbolismo bonaventu­ riano», en Themata, 5 (1988) 52. Sobre estos dos conceptos en la teología bonaven- turiana, cf. U. G. L einsle , Res et Signum. Das Verständnis zeichenhaffer Wirklichkeit in der Theologie Bonaventuras, Münich, Paderborn, Wien, 1976. 11 «Siendo, pues, tres los cielos incorruptibles y cuatro los elementos variables, para que exista la debida conexión, concordia y conrespondencia dispuso Dios las siete órbitas de los planetas, que con su variedad de movimientos e incorruptibili-

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