PS_NyG_1997v044n001p0067_0095

LA COSMOLOGÍA BONAVENTURIANA: VISIÓN FRANCISCANA... 71 la perfección, pues en ella se encuentra la naturaleza celeste en su pureza: luz pura, uniforme e inmóvil8, pero Dios está más allá de la constricción espacio-temporal9. 2. EL PAPEL DE LA COSMOLOGÍA EN EL PENSAMIENTO BONAVENTURIANO A la luz del punto que acabamos de ver, podemos decir que Buenaventura dispone de una descripción del universo y del cos­ mos. Cierto que su concepción no es del todo original. En ella pode­ mos encontrar los elementos de la descripciones clásicas en la Edad Media. El universo conoce su centro, es decir, su parte principal, en la periferia espacial. Si el cosmos fuera un círculo, la parte más importante de éste reside en las zonas exteriores, lo principal sería la circunferencia que la circunscribe. El universo bonaventuriano está dispuesto jerárquicamente. Cada elemento, material o no, ocupa una plaza físico-espacial precisa en el espacio cósmico. Sus elementos, sus órbitas, en fin, su disposición definida, pare­ ce no dejar espacio al azar. A mi modo de ver, este modelo de cos­ mos no es sólo una consecuencia de un modelo filosófico-teológi- co. Al contrario, nos hace pensar que es la exteriorización física de una metafísica implícita, algo así como la confirmación espacio-tem­ poral de la especulación filosófica. El cosmos no sólo es expuesto en grado a una significación ulterior, sino que es la realidad misma que da consistencia a esa significación propia de la especulación metafísica bonaventuriana. Esto es posible si no concebimos en tér­ minos de jerarquía los jalones que constituyen un pensamiento y lo concebimos en un movimiento dinámico en la que los diferentes elementos son conjugados. De una parte, Buenaventura dispone de la descripción precisa de un cosmos; de otra parte, de una concepción metafísica particu- 8 Brevil., p. 2, c. 3: V, 221a. 9 Buenaventura conoce la obra aristotélica, así en el Hexaem., lo dice expresa­ mente: «Los cuerpos celestes los considera (el Filósofo-Aristóteles) en el libro De cáelo et mundo * (Hexaem., col. 4, n. 17: V, 352a).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz