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LA COSMOLOGÍA BONAVENTURLANA: VISIÓN FRANCISCANA... 69 forma clara la descripción del universo. Si por una parte Buenaventu­ ra no hace una cosmología propia, sí que hace una exposición cos­ mológica del universo al servicio de su pensamiento. Siguiendo un orden cronológico, tres obras capitales nos hacen descripciones de este modelo del cosmos: Lectura super I, II, III, IV librum Sententiarum ; Breviloqu ium y Collationes in H exaem eon . Pero es en la segunda de estas obras y, más concretamente, en la parte segunda, consagrada al mundo como creación de Dios (De crea tu ra mundi), donde aparece de una forma más global y com­ pleta la descripción del universo, o mejor del cosmos, que Buena­ ventura tiene. En este apartado nos vamos a ceñir a recordar esta descripción. Después de hacer una introducción (capítulo primero) a la segunda parte en relación a la producción trinitaria (parte primera del Breviloquium) y a la doctrina de la creación (el segundo capítu­ lo) aborda en el capítulo tercero la naturaleza corporal en su ser (De natura corporali quantum a d esse) y enuncia cuál es el orden del esta naturaleza, y, por ende, nos muestra el orden del cosmos. La naturaleza corporal queda comprendida en los cielos y en los elementos. En la naturaleza celeste existen tres cielos principa­ les, a saber, el cielo empíreo, el cristalino y el cielo estrellado o fir­ mamento. Este último, a su vez, comprende las siete órbitas de los siete planetas, Saturno, Júpiter, Marte, el Sol, Venus, Mercurio y la Luna. En total, nos encontramos con diez esferas. Esta perfección numérica se completa con las cuatro esferas de la naturaleza ele­ mental que coinciden con los clásicos cuatro elementos: el fuego, el aire, el agua y la tierra. Esta disposición es un reflejo de la perfec­ ción y el orden y, como señala É. Gilson, «con sus diez esferas y sus cuatro elementos muestra el mundo tan bello, tan perfecto y tan ordenado que se convierte a su manera representativo de su princi­ pio» 3. Más tarde, en las Collationes in H exaem eron , Buenaventura nos recuerda que el número de órbitas no es fruto del azar y que nos dice algo más: «El num ero sep ten a rio , según San Gregorio, es el núm ero de la universalidad; existe en el mundo m ayor y m enor y en Dios. Pues este mundo sensible consta d e cuatro elementos sus- 3 É. G ilson , La philosophie de Saint Bonaventure, Paris, 1943, 188.

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