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espejo, como vestigio, como armonía...), el cosmos es, a su vez, fruto de una especulación. Precisamente esta segunda lectura puede con trariarnos sobre la validez que Buenaventura da al orden cósmico. Bajo una mirada cristocéntrica y en la perspectiva de Francisco de Asís, el hombre en el mundo, como imagen de Dios, es fruto de una influencia en un doble carácter, físico (general) y, sobre todo, teológico o deiforme (especial) que podemos llamar gracia. Esto nos lleva a una interrelación del «microcosmos» (el hombre, imagen de Dios) y el «macrocosmos» (el universo, vestigio de Dios) integrados en el esquema metafísico ejemplarista y en la metodología, en la que el hombre es el centro primero de la creación, centro reductivo hacia el verdadero epicentro y arquetipo: el Verbo encarnado. LA COSMOLOGÍA BONAVENTURIANA: VISIÓN FRANCISCANA... 95 M anuel L ázaro P ulido París
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