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LA COSMOLOGÍA BONAVENTURIANA: VISION FRANCISCANA... 91 especial del que está dotado: el alma 66. Como «cuerpo», el hombre es reflejo del universo; como alma, a él está todo ordenado, pues es camino hacia Cristo, Verbo encarnado. Este carácter especial del hombre respecto del Cosmos tiene su reflejo. El alma es razonable, «a ella está ordenada toda la naturale­ za sensible y corporal» y, por ella, la naturaleza sensible y corporal «es llevada , como en un círculo inteligible, a su principio en la que encontrar su perfección y su felicidad» 67 . El hombre se convierte en el fin de todo lo existente 68. Esto hay que entenderlo como que el hombre es el fin secundario. El verdadero fin descansa en Dios, causa última al que todas las cosas están ordenadas. Pero el hombre, como la creatura más perfecta en razón de su alma, ejerce de mediador69, y así «el mismo movimiento del cielo estrellado existe para el servicio del hombre que camina»70. Así, la estructura numérica del universo no es un simple fruto del azar en Buenaventura. Que el cosmos dis- 66 Esta ascensión de los seres por la intermediación de otros es de claro sabor neoplatónico y recuerda el proceder de Proclus, seguramente llegado a Buenaventu­ ra por medio del Pseudo-Dionisio. Cf. P roclus , Elementatio theologica, prop. 25-39; P seu d o -D io n isio , De coelesti hierarchia, c. 4, n. 3, PG 3, 181; De ecclesiastica hie- rarchia, c. 5, n. 4, 234, PG 3, 504. 67 Cf. Brevil., p. 2, c. 4: V, 221b. Cf. II Sent, d. 1, p. 2, a. 1, q. 2, ad. 3: II, 50b; IV Sent., d. 48, a. 2, q. 1: IV, 990a-b. En el transfondo de este pensamiento resuena el eco de la Escritura, cf. Rm 8, 19-22 en el que todas las creaturas no racionales también aspiran, a su manera, a ser salvadas y en el hombre encuentran la felicidad. Cf. I Sent, c. 8, p. 1, a. 2, q. 2, ad. 7-8: I, l6 la . 68 Brevil., p. 2, c. 4: V, 222a. Cf. A ristó teles , Physic. 1. 2, c. 2, 194a; II Sent., d. 15, a.2, q. 1: II, 382a-b; Ib., d. 16, a. 1, q. 1, concl.: II, 394b-396b. 69 Repecto de las creaturas no racionales resalta esta mediación del hombre. Al respecto, H. Nagakura dice: «El hombre, dotado de memoria, inteligencia y volun­ tad, puede relacionarse con Dios como a su objeto y esperar a Dios imediatamente por su razón y su libre albedrío. Las creaturas no razonables, privadas de estas tres facultades, no pueden esperar a Dios por ellas mismas y necesitan del hombre como mediador. La visión bonaventuriana del mundo no es ciertamente aquella de Aristó­ teles que veía, con ojos positivistas, la naturaleza orgánica y dotada de un dinamis­ mo para esperar su fin por sus propias actividades. A pesar del uso de términos aris­ totélicos, se sitúa más cerca de la línea de Platón, que concibe el mundo fenoménico como reflejo de las ideas», cf. H. N ag akura , «L’homme au centre de luniversecréé. L’humanisme de Saint Bonaventure», en C. W enin (éd.), L’Homme et sonunivers au Moyen Âge, vol. 1, Lovaina la Nueva, 1986, 390. 70 II Sent., d. 2, p. 2, a. 1, q. 1, ad 3-4: II, 75b.

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