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80 MANUEL LÁZARO PULIDO a las tesis de corte aristotélico que circulaban, hacia 1270, de una manera bastante extendida, sobre la eternidad del mundo. Si Buena­ ventura había sido en algún momento dubitativo, estas tesis, y, por extensión, su autor, Aristóteles son condenadas sin paliativos en sus Collationes in H exaem eron 31. Buenaventura expone, al respecto, la tesis que desde el principio el mundo ha sido producido en su ser, no sólo considerado en su conjunto, sino también en sus principios extrín­ secos (materia y forma), los cuales, a su vez, han sido producidos, no de otros elementos preexistentes, sino de la nada 32. La contradicción existente entre la creación de la nada y la creación eterna del mundo lleva a Buenaventura a afirmar filosóficamente la creación en el tiem­ po. Utilizando varios argumentos, el pensador franciscano quiere demostrar cómo el infinito creado es imposible33. Una vez asentada la creación en el tiempo, ésta adquiere su sentido como creación perfec­ tible, en una lectura teológica, como creación reparada. La disposición espacial nos señala una distinción en cuanto su naturaleza y su estructura metafísica. Su creación en el tiempo nos indica una escala diferente en cuanto a su significación salvífica. El doctor franciscano no oculta que esto es una lectura posterior, una lectura salvífica, que deriva de la Sagrada Escritura que es la ciencia salutaris. La lectura teológica de la creación y del universo, bajo la clave de historia de la salvación, nos lleva a comprertder el univer­ so como la obra de la reparación (opus reparation is)54. La jerarquía que se establece en las diversas creaturas, sus diversas órbitas, sus diferentes significaciones, como vestigio, imagen y semejanza, hace, en su lectura espiritual, relación a las jerarquías angélicas y eclesiás­ ticas. De esta forma, «cielo» queda relacionado a la «jerarquía angéli­ ca», «tierra» a la «jerarquía eclesiástica» y, finalmente, el «agua» indica la gracia que riega las dos jerarquías anteriores 35. Más tarde, en las 31 «Nunca encontrarás que él (Aristóteles) diga que el mundo tuvo comienzo; antes bien refutó a Platón, quien parece haber sido el único que enseñó el comienzo de los tiempos. Y eso repugna a la luz de la verdad» (H e x a em col. 6, n. 3: V, 361a). 32 Cf. II Sent., d. 1, p. 1, art. 1, q. 1 concl.:II, 17a. 33 Ib., d. 1, p. 1, art. 1, q. 2: II, 19a-24b. 34 Brev., p. 2, c. 5: V, 223b. 35 «Ideo secundum spiritualem intellectum describitur in illis tribus naturis primo productis hierarchia angélica nomine caeli, er ecclesiastica nomine terrae, et gratia, per quam inigatur utraque, nomine aquae» (ib., p. 2, c. 5: V, 223b).

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