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NATURALEZA Y GRACIA. EL PECADO ORIGINAL. EL SOBRENATURAL 49 del hombre. Indistinción que podría leerse tanto como muestra de un naturalismo exacerbado como, en el caso de Bayo, de un sobrenatura- lismo que desconoce y absorbe lo natural/naturaleza. Bayo afirma que la inhabitación del Espíritu Santo pertenece a la naturaleza humana tal como ésta fue instituida por Dios al principio (p. 207). Los dones que recibió Adán en el llamado esta de naturaleza íntegra pertenecían a la estructura íntima de esta naturaleza, no eran una exaltación indebida de la misma (p. 210). El concepto de naturaleza el teólogo lo debe analizar desde el interior de sus propias fuentes, desde la Escritura. La filosofía no tiene nada que decir al respecto (p. 219). Por eso Bayo retoma e intensifica la idea agustiniana de que lo «natural» en el hom­ bre es aquello que Dios le concedió en el momento de la creación pri­ mera, narrada por Gn 2-3. Naturalmente, Bayo hace de Gn 2-3 la misma lectura historicista y ontologizante que hacía san Agustín. Quien hizo del simbólico Adán de la Escritura una figura emparentada con el Hombre Originario (= Urmensch) de la gnosis y del maniqueísmo. En esa línea agustiniana habla Bayo de la caída de Adán, de su enorme pecado, que habría sumido a la humanidad histórica en una corrupción más honda que la propuesta por el propio Agustín. Se radicaliza el viejo concepto agustiniano de la «natura vitiata» puesto en circulación por Agustín. Tal fórmula había sido mitigada e inclu­ so negada por teólogos medievales como Duns Escoto, que cita y hace suyo el axioma del Pseudo Dionisio y de toda la tradición oriental: Naturalia m an en t integra! Lo que es «natural» en el hom­ bre permanece íntegro, incluso después del pecado del protoparen- te. Se mitiga el adagio, Spoliatus gratuitis, vulneratus in naturali- bus = despojado de lo gratuito y herido en la naturaleza. Y se sustituye por este otro: el hombre «caído» difiere del originario como un desnudo de un desvestido: tanquam expoliatus a nudo. En las páginas dedicadas a releer el Augustinus de Jansenio (p. 229-250), AV subraya estos momentos: la teoría del pecado origi­ nal en su complicidad de pecado originante, pecado originado y con­ secuencias respecto a la concupiscencia y a la naturaleza viciada, for­ man el centro de la obra de Jansenio. Desde tal perspectiva hay que valorar lo que dice sobre la «naturaleza-gracia» el «sobrenatural/natu­ ral. Con este motivo, AV informa al lector de su personal interpreta­ ción de la doctrina del pecado original, que le permite hacer una lec­ tura radicalmente crítica y nueva sobre el Augustinus de Jansenio.

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