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NATURALEZA Y GRACIA. EL PECADO ORIGINAL. EL SOBRENATURAL 45 la gracia primordial y básica de la creación. En este planteamiento no podían menos de surgir dificultades a la hora de hablar de hasta qué punto y profundidad es necesaria la gracia de Cristo. Parece que los pelagianos no superaron el peligro de presentar una gracia de Cris to sólo relativamente necesaria: para obrar el bien con mayor facili dad, para el perdón de los pecados. No para obrar el bien saluda ble en absoluto, en forma meritoria. Estamos plenamente de acuerdo con los pelagianos en afirmar que la naturaleza humana, no sólo en Adán sino en todo hombre que llega a este mundo se encuentra sana, íntegra, incorrupta. Más aún con toda claridad hemos hablado en estudios anteriores de la «gra cia inicial» en que todo hombre entra en la existencia, incorporado- ya a Cristo, Sacramento universal de salvación, creado en santidad y justicia 3. Pero los pelagianos, desde aquel óptimo principio, dedu cían conclusiones nefastas para la necesidad y gratuidad de la gra cia del Salvador. Argumentaban, según testimonio de san Agustín: ya que cada hombre, al nacer, recibe una naturaleza sana, incorrup ta, inocente, íntegra, no se ve la necesidad absoluta, radical de la gracia del Salvador. La conclusión es nefasta para la soteriología y la caritología cristiana. Pero también superficial a la hora de hablar de la raíz primera, radical de la necesidad del Salvador y de la corre lativa incapacidad soteriológica del hombre, que es su correlato esencial. Trabajaron con una visión hamartiológica tanto de la nece sidad del Salvador como de la correlativa incapacidad del hombre para lograr por sí solo la salvación. Partían de un presupuesto que nunca discutieron críticamente: que allí donde no existe situación previa de pecado no hay necesidad de un Salvador. Como es cono cido, este presupuesto hizo de abogado del diablo en las primeras discusiones sobre la posible exención de la Madre del Señor de pecado original. Los maculistas decían: imposible tal exención, pues si María no estuvo previamente en pecado, no necesitaría del Salva- 3 Sobre el tema he expuesto mi parecer en varias ocasiones. En forma mono gráfica bajo el título «¿Pecado original o santidad originaria?», en Estudios Francisca nos 82 (1981) 269-353- Con toda claridad me he decidido por hablar de «santidad/gracia inicia/original» en todo hombre en el primer instante de su ser. Por tanto, no tiene sentido seguir hablando del pecado original que «manche» al hom bre desde el primer instante de su existencia.
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