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NATURALEZA Y GRACIA. EL PECADO ORIGINAL. EL SOBRENATURAL 65 progreso moderno en varios ramos del saber humano. En el terreno de las ciencias empíricas y en las del espíritu. Como he indicado antes, eliminado el pecado original del siste­ ma de creencias de un teólogo como Agustín de Hipona, las remode­ laciones que ha de sufrir su cristología, soteriología, en la concepción del hombre, de la gracia y del pecado no pueden menos de ser nota­ bles. Estas remodelaciones, por su número y hondura, podrán sor­ prender al conocedor tradicional de la antropología y de la soteriolo­ gía del Doctor de la gracia. Pero por mi parte me atendría a la consigna agustiniana ya citada: Dummodo Redemptio clareat, pericu- lum non est! No hay peligro (en negar pecado original) mientras quede clara la Redención. Pero la excelencia salvadora de Cristo no se oscurece sino que cobra nueva luminosidad y universalidad si se afirma que todo hombre recibe la gracia del Salvador desde el primer instante de la entrada en la existencia. El Doctor Sutil J. Duns Escoto demostró que al decir que María fue llena de gracia desde el primer instante de su ser (y que, en consecuencia, no puede hablarse en ella de pecado), no sólo no se disminuía la excelencia del Salvador, sino que le permitía verla en su máxima eficacia y^perfección. Y que María, así agraciada, lejos de ser irredenta por Cristo, aparece como la emi­ nentísima, perfectísima redimida. Y el argumento que vale para la Madre del Señor vale para todos los hombres. Por todos pertenecen al mismo proyecto, historia y economía de salvación que la Madre del Señor, honor y gloria de nuestra raza, le canta la liturgia 15. Todos los temas aquí tocados, por su gran complicidad, mere­ cen más amplio tratamiento. Pero no hemos querido hacer trabajo de «investigación», sino un «comentario» tomando como texto y pre­ texto el reciente libro del prof. A. Vanneste. Especialmente el tema indicado en el último apartado merece atención por parte de los interesados y entendidos en estos problemas. Alejandro V illalmonte Salamanca 15 Lo he explicado con detención en otros momentos: Duns Escoto, la Inma­ culada y el pecado original, en Collectanea Franciscana 60 (1990) 137-153. Y otros estudios nuestros que allí se citan.

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