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NATURALEZA Y GRACIA. EL PECADO ORIGINAL. EL SOBRENATURAL 59 porque, como dice el Vaticano II, el misterio del hombre sólo en el misterio del Verbo encarnado, en su ser y actuar, se nos revela ple namente (GS 22). — Cuando hablamos de «naturaleza pura» entendemos aquella que no habría sido llamada a la visión beatífica y que, por consi guiente, no tendría un deseo naturai/ontologico de ver a Dios, tal como nosotros lo hemos descrito. Efectivamente, como el deseo de ver a Dios se identifica con la sustancia misma del espíritu humano, éste, en el fondo (de su alma en el más profundo centro, como dirían los místicos) no sería sino un «natura desiderans videre Deum». Y así, al quitarle el deseo onto logico de ver a Dios, el hombre quedaría desarticulado en su esen cia. O si se quiere estaría estructurado ontologicamente, substancial mente, de modo diferente a nosotros y a Jesús de Nazaret. Bajo otra terminología me parece que ésta es la idea que sub- yace en textos de san Buenaventura que creo oportuno citar. Dice el doctor seráfico que Dios hizo al alma racional como «forma bea- tificable». Y por tener esta finalidad —la bienaventuranza— ella impone necesidad de medios que son condición necesaria para esa finalidad. Sobre todo la libertad, a fin de que pueda merecer digna mente la vida eterna. Y, al decir libertad, no hablamos de una parte del alma, sino de toda ella. Por eso el alma humana es inteligente, espiritual, inmortal. Por ser «forma beatificable» es, en modo espe cial, capaz de Dios por la memoria, inteligencia y voluntad. Imagen de la Trinidad: «cappax Trinitatis». Y al alma que es capaz de la Tri nidad sólo la Trinidad puede llenarla 12. 3. La palabra «sobrenatural» bajo sospecha. —El prof. AV, en consonancia con su modo de exponer las relaciones naturaleza-gra cia, pone reparos al uso de la palabra «sobrenatural» en toda esta cuestión. Porque, se piensa, podría sugerir la idea del llamado «doble piso» en las relaciones entra ambas realidades. Favorecería el extrinsecismo, como si la gracia fuese un sobre-añadido a la natura leza. O bien le tocase tangencialmente. Impresión difícil de evitar en el modo tomista-cayetanista de explicar estas relaciones. Al 12 Texto algo largo que he resumido. Ver Breviloquium, cap. IX, nn. 2-8; V, 22 Soliloquium, cap. 1, 23; VII, 30-37.
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