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32 DOMICIANO FERNÁNDEZ San Beda, por ejemplo, afirma que la distinción entre obispos y presbíteros se remonta al mismo Cristo, aunque ni en el Nuevo Testamento ni en los primeros siglos está clara esta distinción 43. Santo Tomas sostiene que todas las órdenes mayores y menores fue­ ron instituidas por Cristo y son un verdadero sacramento, menos el episcopado, que no es un sacramento, sino solamente una dignidad u oficio44. Esta opinión la defendían la mayor parte de los teólogos y canonistas medievales45. No es el momento de aducir datos de la historia del dogma, sino invitar a su estudio y a la reflexión que los datos históricos suscitan. 7. Se comprende y se admite sin dificultad que el Papa, en este momento histórico, no quiera cambiar una tradición multisecu- lar y que se mantenga la norma pastoral de no admitir al sacerdocio a la mujer. No es éste el problema ni es esto lo que se rechaza. Lo que no parece oportuno ni conveniente es querer zanjar de un modo definitivo la cuestión de principio, cuando no hay argumen­ tos válidos que fundamenten esta decisión. Una decisión del Papa no puede convertir en palabra revelada lo que realmente no lo es. No existen argumentos bíblicos ni a favor ni en contra de la orde­ nación de la mujer. Es un anacronismo invocar el ejemplo de Cristo o de los apóstoles para deducir que se trata de una verdad que per­ tenece al «depositum fidei». Y si no se trata de una verdad revelada, el Papa no tiene autoridad para proclamarla como infalible o como verdad de fe. Lo establece taxativamente el Vaticano I: «Pues no fue prometido a los sucesores de Pedro el Espíritu Santo para que por revelación suya (ut eo revelante) manifestaran una nueva doctrina, sino que con su asistencia ( ut eo assistente) custodiaran santamente y expusieran fielmente la revelación transmitida por los apóstoles, es decir, el depósito de la fe» (DS 3070). 43 Cf. L. O tt , Historia de los dogmas, t. IV, Cuaderno 5: El sacramento del orden, BAC, Madrid, 1969, p. 48 y nota 38. Santo Tomás sostiene que todas las órde­ nes mayores y menores fueron instituidas por Cristo (ibid., p. 81 y nota 13). 44 Cf. In IV Sent., d. 24, q. 2 a. 1 sol. 2 (= Suppl. q. 37 a. 2). Cf. D. F ernández , «Distinción entre Episcopado y presbiterado y su problemática respecto al ministro extraordinario del sacramento del orden», en XV Semana Española de Teología, Madrid, 1956, pp. 121 234. Sobre Santo Tomás, pp. 145-155. 45 Cf. L. O t t , Historia de los dogmas, t. IV, Cuaderno 5: El sacramento del Orden, BAC, Madrid, 1976, pp. 81-93.

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