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RECEPCIÓN DE LA «ORDINATIO SACERDOTALIS» 23 éste y otros puntos de su doctrina por Juan XXII. La inmensa mayo ría de los teólogos y canonistas de entonces defendían que la doc trina de Pedro de Olivi limitaba la libertad y soberanía de otro Papa futuro, por eso sostenían que los decretos de cualquier Papa eran revocables, a no ser que se tratase de verdades de fe contenidas en la Sagrada Escritura 31. La autoridad del Papa no es absoluta. Está ligada por la Palabra de Dios, a la que debe someterse como todo fiel cristiano, y por la tradición viva de la Iglesia universal. La Escritura no dice nada expresamente sobre esta cuestión. Como insinúa la Pont. Comisión Bíblica, es un anacronismo pregun tarse sobre la ordenación sacerdotal de la mujer en el Nuevo Testa mento, cuando en el Nuevo Testamento no se habla de «sacerdotes» (hiereus) en relación con el culto o la eucaristía, sino de evangeli- zadores y dirigentes de la comunidad, que toman diversos nombres, pero no el de sacerdotes 32. El argumento tan repetido de que Jesús en el grupo de los Doce no incluyó a ninguna mujer carece de valor para probar que la mujer no puede acceder al ministerio ordenado. Jesús eligió libre mente a Doce, que formaban un grupo especial, para que estuvie ran con Él y para enviarlos a predicar (Me 3, 13-14). Los Doce eran todos varones, judíos y casados, al menos algunos, y representaban a los doce hijos de Jacob, es decir, a todo Israel. No fueron los úni cos apóstoles ni los únicos evangelizadores y, por supuesto, ningu no fue ordenado de sacerdote. Después de pentecostés el número de Doce perdió su significado y ya no trataron de completarlo, como en el caso de Judas (Hch 1, 15-26). W. Beinert comenta, con un toque de humor, que si tanto se insiste en el sexo de los Doce, tam bién deberían tenerse en cuenta otras circunstancias y que el Suce sor de Pedro debería ser casado y tener hijos 33. Este argumento se 31 Sobre esta cuestión y las interminables discusiones de los franciscanos con Juan XII, véase la interesante obra de B. T iern ey , Origins ofpapal infallibility 1150- 1350, Leiden, E. J. Brill, 1972, especialmente capítulo III, pp. 93 ss. 32 Véase el Biblical Commisión Report. Can Women be Priests en la obra de L. y A. S w id ler , Women priest, New York, 1977, Appendix II, pp. 338-346. 33 «Dogmatische Überlegungen...», en ThQS (Tub) 173 (1993) 189-190. Este artículo ha sido reeditado en W. G ross (Hrsg), Frauenordination, pp. 64-82. La cita
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