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RECEPCIÓN DE LA «ORDINATIO SACERDOTALIS* 17 posibilidad de declarar como infalibles doctrinas que, en cuanto tales, no son reveladas, pero están en una relación específica con la revelación (pp. 170-171 y notas). Esto es importante y muy grave. Se pretende extender el obje­ to secundario de la infalibilidad sin limitaciones precisas. Sin poder ocuparme aquí de esta cuestión clásica, me parece sumamente peli­ grosa la postura del autor y de otros que cita, como U. Betti, quien afirma sin rubor que en muchos casos se puede exigir un asenso irreformable, aun en cosas que no pertenecen al «depósito de la fe» (p. 197; además p. 170 y nota 42). Por eso, cuando en las páginas 187-188 lanza la pregunta a P. Hünermann si acaso piensa que la prohibición de ordenar a las mujeres no cae dentro del objeto pri­ mario de la revelación, yo respondo sin vacilar que no. No se trata de una verdad revelada, no pertenece al «depositum fidei» y por lo mismo no puede ser objeto de una definición infalible. 3) Pero para Lüdecke no hay duda: una decisión que afecta a la «constitución divina» de la Iglesia no puede menos de ser infali­ ble. No hay otra alternativa: o se afirma la exclusión de la mujer del sacerdocio o se niega la infalibilidad del magisterio ordinario y uni­ versal del Colegio episcopal (pp. 210-211). El autor da por supuesto lo que hay que probar: que la exclu­ sión o admisión de la mujer al sacerdocio cambia «la constitución divina de la Iglesia». No se trata de normas jurídicas o de textos del magisterio, sino de probar que esto obedece a la expresa voluntad de Cristo o a un mandato dado por Cristo a los apóstoles. 4) Da también por supuesto que el Papa piensa que con la OS queda suficientemente claro que se trata de una verdad infalible (p. 208) y piensa también que existe un consentimiento general de los obispos en rechazar el sacerdocio de la mujer (p. 207). Yo pienso que esto no es verdad. No se trata de una recepción y asentimiento, sino de una imposición. Los mismos datos que ofre­ ce Lüdecke lo confirman. En los informes sobre posibles obispos se procura conocer su posición sobre la ordenación de la mujer y a los candidatos se les exige el firme rechazo de la ordenación de la mujer (p. 208). La Santa Sede ha enviado un ejemplar de la OS a todos los obispos del mundo. Lo hace también con otros documen­ tos, pero es un modo de presionar. Si un obispo expresa una opi-

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