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470 ENRIQUE RIVERA 3 . T emas menores Después de los dos temas propuestos muestran ser menores los que afectan a la vida diaria y a la convivencia. Anotamos algu­ nos de éstos. Como abadesa, Á. Sorazu tuvo que bregar con los múltiples embrollos de un convento de clausura, pese a la repugnancia que tuvo siempre al cargo. En la primavera anterior a su muerte, en agos­ to, consultó a su buen padre Mariano. Éste, con la serenidad que le era tan propia, le contesta que se muestre pasiva ante la voluntad de sus religiosas. En su gobierno le dio por consigna que la gracia, el tiempo y la reflexión remedian muchas cosas. Especial cuidado le pedía para las jóvenes que ingresaban. También para las enfermas y las ancianas. Duro momento para ambos fue esta decisión del arzobispo de Valladolid el 21 de octubre de 1913 : «Para bien de esa comunidad y sin que esto signifique censura alguna para el padre, disponemos... que queda prohibido el acceso en ese convento al padre fray Mariano de Vega...«. Á. Sorazu, al día siguiente, comunica la decisión episcopal a su director. Éste le responde dos días des­ pués. En ambos aceptación y serenidad al margen de toda crítica. Pero con esperanza de que se arregle lo que juzgan grave injusticia y daño espiritual. Seis largos años tardó en llegar el deseado arre­ glo. Al fin el padre Mariano pudo hacerse cargo de aquella concien­ cia para prepararla, en el último año y medio, al encuentro con el Padre Celeste. Las cartas de este año y medio son, en verdad, las más emocionantes e instructivas. Las relaciones familiares de Á. Sorazu fueron muy hondas: tanto las de su familia humana como los de su familia religiosa. A la fami­ lia humana se sentía ligada como último retoño de largas generacio­ nes cristianas. Especialmente se sintió vinculada a su buena madre. La acompaña en su muerte desde su convento de Valladolid y la ve entrar en el cielo como alma predilecta de Dios. Así lo refiere en sus cartas. El padre Mariano tenía tal estima de esta familia cristiana que exigió a Á. Sorazu escribiera sus recuerdos de la misma. De su familia religiosa siente veneración y cariño. En san Fran­ cisco veía el orientador de su vida. Tiene plena conciencia de ser concepcionista, fundación de la Vble. Beatriz de Silva, beatificada años después de la muerte de Á. Sorazu y finalmente canonizada.

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