PS_NyG_1996v043n003p0465_0471

466 ENRIQUE RIVERA 1. M e ta y v ía d el a sc en so m ístico d e Á n g eles S o r a z u De entrada es muy de advertir que la dirección mística del padre Mariano no se atiene a lo que los grandes doctores cristianos han propuesto. Le eran familiares, como lectura, san Bernardo, san Buenaventura, san Juan de la Cruz. Pero si los menciona, es poco y de paso. Al segundo le cita algo más por ser el doctor de la espiri­ tualidad de su seráfico padre san Francisco, en el que el padre Mariano veía un preclaro repetidor del Evangelio de Jesús. Al Evan­ gelio se atenía. Y entre los evangelistas era patente su preferencia por san Juan. La meta del ascenso místico se la señala de modo muy claro a su dirigida: unión plena con Dios en acatamiento total con su volun­ tad divina. Esta meta el padre Mariano se la hacía vivir por los cono­ cidos pasajes de san Juan, que recogen la despedida de Jesús. De notar es que se los escribía siempre en latín. Y no siempre se los traducía. Digamos de paso que esta asimilación de latines es una de las maravillas de la vida espiritual de Á. Sorazu. Por brevedad aco­ tamos tan sólo alguno de estos pasajes principales. La carta del 14 de diciembre tiene por lema estas palabras de Jesús: «Si qu is diligit me, serm on em meum servabit et P ater meus diliget eum, et a d eum veniemus, et m an sion em ap u d eum f a c ie - mus» (Jn 12,23). La carta, que es breve, viene a ser un comentario a este texto para, después de repetírselo al final, concluir con esta amonestación: «Ama pues, hija mía, ama y sirve de todo corazón a tu Dios, el Verbo humanado, y así te amará su Padre y vendrán los Tres a habitar para siempre en tu corazón». Como de costumbre, al final de la carta le impone una penitencia. En esta ocasión suena así: «Adherirte al Verbo humanado y no soltarle hasta que te dé pose­ sión de toda la beatísima Trinidad» (pp. 1653-54). Bien definida por el padre Mariano aparecía en lejanía asequible la meta mística de Á. Sorazu. Es nota peculiar de la dirección del padre Mariano marginar las gracias contemplativas para atenerse muy firme a la voluntad de Dios. Esta firmeza lo pone en relevancia lo que escribe a su dirigi­ da: «Para que llegues a ser santa... es imprescindible, de imperiosa y absoluta necesidad, que ciegamente te abandones toda, toda, toda, siempre, siempre, siempre, siempre, a la divina voluntad, sea ésta

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz