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456 LOURDES GROSSO GARCÍA «transmisor de mensaje», o ser «símbolo» o «signo» de algo a lo cual remite. Si me refiero a la «transmisión de mensaje», la expresión «voz profètica» hace del consagrado «persona que habla en nombre de Dios» siendo fiel transmisor de su palabra («irás a donde yo te envíe, y dirás lo que yo te ordene» [Jr 1,7]; «Yo pongo mis palabras en tu boca» [1,9]). Pero éste ya no es un mero «hablar en nombre de Dios» como lo hacía el profeta del Antiguo Testamento. En el Antiguo Tes tamento el objeto de la profecía era, a la vez, múltiple y único: el designio de salvación que habría de cumplirse y unificarse en Jesu cristo (cf. Heb l,ls .). Él es el profeta escatologico (Hch 3,22; 7,37) que, dando cumplimiento definitivo con su vida y con su obra a las antiguas profecías (Le 24,25), edifica y planta el presente y el futuro del ser humano y de la creación entera, instaurando un Reino celes te que, presente ya en los bautizados, tendrá su plena culminación con su segunda venida al fin del mundo. Cristo eleva, de este modo, el carisma profètico al máximo rango ampliando el horizonte de una miope concepción que tendía a reducir la profecía a simple anuncio que al final habría de quedar en pura anécdota o en puro historicismo 12. El profeta de la Nueva Alianza posee, con fundamento en la encarnación y en la redención, un título de especial privilegio con cedido por el mismo Jesucristo quien dota al nuevo profeta de una mayor visión, de un mayor entendimiento de un Reino de los cielos del que está ya participando con Cristo: «os digo de verdad que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron» (Mt 13,17). La observación y la reflexión, el deseo y el obrar del nuevo profeta manifiestan que el entendimiento y la voluntad están en la posición de su objeto: si del entendimiento, la verdad, la verdad sobrenatu ral; si de la voluntad, el bien sobrenatural. La posesión de la verdad y bien sobrenaturales no dan al cris tiano en particular la facultad de la infalibilidad: ésta es concedida 12 Hoy sabemos que la ciencia predice con bastante aproximación, por medio de sus métodos, hechos y acontecimientos de bastante magnitud para el ser huma no. Este modo predictivo, que no atañe al fin espiritual del hombre, nada tiene que ver con la profecía.
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