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VIDA CONSAGRADA: ¿VOZ PROFÈTICA? 455 figuración más plenamente expresada y realizada, mediante la profe sión de los consejos evangélicos. Esta posterior consagración tiene, sin embargo, una peculiaridad propia respecto a la primera, de la que no es una consecuencia necesaria »1. La consagración total a Dios por la profesión de los consejos evangélicos confiere, pues, al cristiano «un título nuevo y especial»8. Este título evidentemente no es otorga do a la estructura jerárquica de la Iglesia; antes bien, a su vida y san tidad 9. La vida consagrada no es, por tanto, jerárquica; es, ante todo, carismàtica. Esta carismaticidad en la que consisten los dones espiri tuales otorgados al bautizado y de modo especial al consagrado, tiene por cúspide —nos revelará San Pablo— el don de profecía 10. Ahora bien, estos dones, incluyendo el de profecía, de nada aprovechan si no están formados por la caridad (ICor 13 , 1 - 3 ). La caridad es, de este modo, la que da forma, la que define a la vida consagrada. La exhor tación apostólica Vita Consecrata lo subraya con gran claridad cuan do expresa que una de las preocupaciones manifestadas en el Sínodo fue la necesidad de que la vida consagrada se nutra en las fuentes de una sólida y profunda espiritualidad: «Se trata, en efecto, de una exi gencia prioritaria radicada en la esencia misma de la vida consagrada, desde el momento que, como cualquier bautizado pero por motivos aún más apremiantes, quien profesa los consejos evangélicos está obligado a aspirar con todas sus fuerzas a la perfección de la cari dad» 11. Sólo desde la caridad podrá hablarse de los carismas y, entre ellos, del más importante: el don de profecía. La forma de manifestar se el carácter profètico, que se infunde incoado en el bautizado, cons tituye una de las propiedades esenciales de la vida consagrada. n ¿Por qué voz profètica? La palabra «voz», sin entrar ahora en mayores precisiones semánticas, proporciona a quien la posee ser 7 Vita Consecrata, 30. 8 Lumen Gentium, 44. 9 Ibid. 10 «Buscad la caridad; pero aspirad también a los dones espirituales, especial mente a la profecía» (ICor 14,1). 11 Vita Consecrata, 93.
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