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462 LOURDES GROSSO GARCÍA y la s a c ra lita s Spiritus Sancti. Esta vida íntima en que consiste el Reino de los cielos y que, anunciada a la humanidad, debe exten­ derse por todo el mundo, hace del consagrado, continuador del carisma y de la denuncia profètica de su fundador, alter Christus 25 sufriente y rechazado por los intereses propios del mundo aunque éstos se presenten con apariencia de nobleza. Cristo previene esta persecución como consecuencia del odio del mundo: «Pero antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odia­ dos de todos por causa de mi nombre» (Le 21,12-17). El carácter profètico de la vida consagrada tiene que sacudir las conciencias 26 de tal modo que haga imposible en la Iglesia lo que el mismo Cristo, Profeta por excelencia 27, denuncia del pueblo elegido: «Por eso dijo la sabiduría de Dios: les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán, para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derra­ mada desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías» (Le 11,49-51). Todo cristiano, sin otro título que su bautismo, participa del profetismo de Cristo; por esta causa, el religioso es elegido de un modo especial28, sin un poder que le 25 Cristo, en su naturaleza humana, posee en grado supremo los tres toques unciales de la unión mística: filius Patris, fratris hominis, sacer Spiritus Sancti. 26 Cf. Vita Consecrata, 33: «la vida consagrada aviva continuamente en la con­ ciencia del Pueblo de Dios la exigencia de responder con la santidad de la vida al amor de Dios derramado en los corazones por el Espíritu Santo... se debe pasar de la santidad comunicada por los sacramentos a la santidad de la vida cotidiana». 27 «Lo de Jesús Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo» (Le 24,19). 28 Cf. Vita Consecrata, 84: «Los Padres sinodales han destacado el carácter profètico de la vida consagrada, como una forma de especial participación en la función profètica de Cristo comunicada por el Espíritu Santo a todo el Pueblo de Dios. Es un profetismo inherente a la vida consagrada en cuanto tal, por el radical seguimiento de Jesús y la consiguiente entrega a la misión que la caracteriza».

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