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450 M.a DOLORES MATEU MURISCOT razón abierta a un ideal que, como simboliza Don Quijote, satisfaga su real y humana sed de trascendencia. Si el ideal es descrito por Rielo como una idea pasada al éxta­ sis o por el éxtasis 74, y el éxtasis, dínamis de nuestra existencia, como «la capacidad que la persona humana posee de elevarse por encima de sí misma y, superando incluso los límites de espacio y de tiempo, valorar, unida al Espíritu divino, todo cuanto acontece»»75, entonces queda su consecución más positiva: aunar fuerzas, teóricas y vitales, para atrapar tan preciado y necesario fin. Y así atrapado, transparentarlo en una filosofía propia cristiana, síntesis de la filoso­ fía histórica, donde metafísica y teología, mística y metafísica, que­ dan al fin desposadas en torno a un afán: el común afán apologéti­ co a que nuestra fe, no sin nuestra razón, nos convoca. Cierro este estudio preliminar a la concepción genética de la persona con expresión de Fernando Rielo. En ella veo recogida la aspiración intelectual a la verdad de un pensador cristiano, ena­ morado de Dios, su cultura... y su poesía. «Se podría hacer la observación de que la divina presencia constitutiva en la persona humana, que decide con sus incremen­ taciones de carácter sobrenatural la constante genética de una interpretación mística de la filosofía y de la cultura humanas, per­ tenece sólo, con centro en Cristo, al depósito de la Iglesia Católi­ ca; por tanto, no es modelo universal que pueda ser aceptado por los ateos, agnósticos e, incluso, por las demás religiones históri­ cas... Mi respuesta a esta casuística es la siguiente: las concepcio­ nes ateas, agnósticas e, incluso, de las demás religiones son las que no tienen capacidad, bajo cualquier aspecto que se estime, de alcanzar la plenitud que satisface este modelo cristológico con la consecuencia de que los demás modelos no pueden liberarse de las continuas paradojas y antinomias metafísicas, ontológicas, epistemológicas... en las que quedan atrapados (...). Cristo encarna al “philósophos” formado que, siendo ver­ dadero Dios y verdadero hombre, nos revela que su naturaleza 74 Poesia y Mistica, en Mystère et Matière, o. c., p. 27. Cf. La persona no es ser para si ni para el mundo, o. c., p. 106. 75 Inédito. Cf. La persona no es ser para si ni para el mundo, o. c., pp. 103 y ss.

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