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442 M.a DOLORES MATEU MURISCOT possibilitate por el sujeto absoluto. En su fuero «ad extra» el modelo genético procede en lo que «no es», es decir, en el vacío de ser. El vacío de ser o lo que no es el sujeto absoluto, es objetiva posibili­ dad genética del mundo con sus criaturas. El específico de esta «posibilidad genética» es designada por el autor «onda genética», que proyecta «ad extra» el modelo absoluto sobre el vacío de ser. Esta «onda genética» es el «rayado genético» de este vacío de ser. La nega­ ción del mismo llevaría a dos consecuencias: a la imposibilidad metafísica de las criaturas y al panteísmo en el que el sujeto absolu­ to lo sería todo. Los seres y las cosas, por tanto, se diferencian por los dos modos de actuación «ad extra» del sujeto absoluto: los seres son inhabitados, las cosas son alejadas. La inhabitación ontologica consiste en una «presencia constitu­ tiva» del acto absoluto en los seres. Esta presencia constitutiva hace posible la «mística congenitud» del sujeto absoluto. La misma no es creada; resultaría un absurdo absoluto que la presencia inhabitante fuese creada. Esta presencia constitutiva es constante ontologica en los seres. Los seres, por tanto, a diferencia de las cosas que son sólo creadas, están constituidos por un elemento creado y por un ele­ mento increado. La persona humana es, a diferencia de los demás vivientes, deidad: la persona humana es por creación sub ratione generationis mysticae. Esta deidad no es predicable de los demás seres, aunque quedan vinculados, en conformidad con el increativo presencial de la inhabitación ontologica del acto absoluto, a un nivel preternatural; de no ser así, tendría que ser aniquilada su forma ontològica. La persona humana tampoco es divinidad; la generación metafísica en el modelo de P2 por Pl es quien define al Sujeto Abso­ luto única y absoluta Divinidad. El modelo genético (Pt = P2) es quien constituye a la persona humana, definiéndola mística deidad de la Divina Deidad en virtud de su inhabitación ontologica en el elemento creado de la naturaleza humana. «Las personas divinas, constituyéndose en único principio de operación ad extra , crean de la nada, desde el primer instante de su concepción biológica, al espíritu humano. Hay que advertir dos hechos: si el espíritu humano careciera de persona, resultaría un abstracto identitático “espíritu humano es espíritu humano”; si la persona humana careciera de la divina presencia constitutiva, resultaría también el abstracto identitático «persona humana es per-

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