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PRELIMINARES METAFÍSICOS PARA UNA CONCEPCIÓN. 437 La deidad mística que somos y a la que apela Jesucristo para que le entendamos y entendamos nuestro propio ser, entra en rela­ ción inmediata con la Divinidad; su vehículo es el éxtasis. Este éxta­ sis no debe ser aquí confundido con su mera manifestación feno- menológica, sino que se refiere a un hecho esencial de la persona humana, consistente en una forma de lenguaje: la comunicación de nuestro verbo místico con el Verbo divino, y del Verbo divino con nuestro verbo místico. De nuevo acudimos al autor: «Designo a esta unidad verbal del siguiente modo: forma de oración que transciende al ser humano del falso «yo en mi yo» a un «yo+», donde este «+» es un «yo divino«. El término «oración» no puede confundirse con la gramática, ni tampoco con las expresio­ nes simbólicas de las diferentes ciencias: ninguna, comenzando por la gramática, se incluye en sí misma, como tampoco la persona humana se incluye en sí misma para constituirse absurdamente en una mismidad o intramismidad absolutas. El lenguaje de la ciencia con sus construcciones simbólicas sería imposible sin el presupues­ to de un “quién divino” que inhabita constitutivamente en nuestro “quién místico”. Mi concepción genética de la metafísica rechaza el carácter “estático” de la identidad por el carácter “extático” de la congenitud. El ser humano es, de este modo, místico éxtasis del divino éxtasis; místico lenguaje del divino lenguaje»52. Esta ruptura de la identidad del «yo en el yo», que tan maravillo­ samente expresaron nuestros místicos, abre paso a un amplio hori­ zonte metafísico, donde la congenitud es forma de relación que satis­ face plenamente nuestra sed de trascendencia. Congenitud que nos libera del soliloquio de nuestro yo a solas, sensibilizándolo para la percepción auténtica del «quién místico» que en realidad somos, y al que descubrimos inhabitado por un «quién divino». «La inmanente presencia constitutiva de las personas divinas en el espíritu humano es presencia pura, inmediata. Ninguna mediatización existe entre el sujeto absoluto y el sujeto humano. Esta divina presencia no puede conocerse, por tanto, por medio de argumentos: se esconde a toda búsqueda, a todo intento de conceptualización o categorización, porque la divina presencia 52 F. R ielo , La persona no es ser para sí..., o. c., p. 103.

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