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PRELIMINARES METAFÍSICOS PARA UNA CONCEPCIÓN. 433 Hay que hablar, pues, inmediatamente de la persona en metafísica S(P); aunque existe un paso previo, igualmente relevante: hablar de la «persona histórica». Tal paso obedece a un hecho observable: la experiencia inmediata del ser es en uno mismo. En este sentido, la persona es suma expresión de la realidad histórica; esta realidad palpitante e íntima que, antes de poderla describir con lógica y pala­ bras, vive en nosotros, nos vive, envolviendo el sentido de nuestros actos. Fernando Rielo lo expresa así: -Nada se me ocurre decir, carezco de respuesta y, desde luego, de entusiasmo, si la ciencia impone que mi ser, la vida, el hombre, hay que entenderlos bajo la perspectiva de un abs­ tracto. Si la elección es la persona, dado que es suma expresión de la realidad histórica, restablece la precedencia del análisis vital al puramente formal. Esta persona, ente que tengo en pre­ sencia mía con toda su carga empírica oculta, bien merece que sea, cuando menos, la materia de un axioma al que se tendrá que asociar un principio que dilucide la transcendente magnitud de su forma»45. Fijémonos en que esta preeminencia de la persona restablece para Rielo la primacía del análisis vital frente al formal. Este análisis vital nos descubre un ente «que tengo en presencia mía con toda su carga empírica oculta». Y, ¿quién es este ente? La respuesta paulativa a tal interrogante constituye la historia de la construcción metafísica; esto es, el afán de construir, tejer, una explicación racional al miste­ rio vital que somos. Este afán del hombre por encontrar respuesta satisfactoria a los enigmas que a la vez le trascienden y le constitu­ yen; el primero de ellos, su misma vida. El análisis, pues, es de lo que somos; y este ser nuestro se nos ofrece, objetivado, como posible descifrante de tanto enigma dolo­ roso. En palabras de Rielo: 45 F. R ielo , Inédito. Cf. La persona no es ser para sí..., o. c., p. 93: «Una defi­ nición del hombre sólo puede ser considerada desde un axioma originario que otor­ gue la visión existencial de lo que es a priori la persona humana, de tal modo que ésta sea consciente de que no puede haber algo más allá que defina su más alta dignidad antropológica, sirviendo, al mismo tiempo, de recto impulso a sus accio­ nes». Ibid.

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