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426 M.a DOLORES MATEU MURISCOT dad— , imposible ontológicamente; éste se expresa formalmente como f. En metafísica genética la complementariedad (=) es ley que rechaza toda oposición entre P 1 y P2. Este concepto de complemen­ tariedad es distinto al formal de Bohr. Mientras en Fernando Rielo es un concepto metafísico y lógico, que funciona dentro de una metafísica genética, en Bohr es una noción estrictamente epistemo­ lógica aplicada únicamente al campo fenomenológico o físico31. En Fernando Rielo hay que referirse siempre a la concepción genética de cualquier concepto; en este caso al concepto de com­ plementariedad. Resulta así la fórmula metafísica = P2, leyéndose: «pe sub uno, complementario a pe sub dos*. En nueva expresión de Fernando Rielo: «Mi concepción genética de persona consiste en la forma de definición de una persona por otra persona**32. Hemos de matizar que el axioma metafísico ( ? l = P2) no puede confundirse con el axioma (Pj con P2). El primero es de carácter estrictamente racional; el segundo es de carácter estrictamente sobre­ natural. Si estrictamente sobrenatural, sólo podemos conocerlo por revelación 33. Ésta es la revelación que hace Cristo de la existencia de la Santísima Trinidad, significada por la relación de su ser con el Padre, y de los dos con nueva persona divina (P3), que la misma revelación designa con el nombre de «Espíritu Santo» 34. El término «con» expresa una acción común inmanente llamada «espiración». No existe en el campo racional la espiración; con la generación ha que­ dado cumplida la concepción genética del axioma. Fernando Rielo así lo expresa: «La revelación de Cristo afirma la existencia, dentro de la concepción genética del principio de relación [SjCPj) = S 2 (P2)] del 31 F. R ie lo , Concepción genética del principio de relación, Conferencia inédi­ ta, o. c. Cf. J. M. L óp ez S e v illa n o , La nueva metafísica de Femando Rielo, o. c p. 76, n. 10. 32 F. R ielo , Formación cultural de la filosofía, o. c. (en imprenta). 33 F. R ielo , La persona no es ser para sí ni para el mundo, o. c., p. 11. 34 Ibid., Mt 28,19, y Jn 14,13-17 y 26.

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