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PRELIMINARES METAFÍSICOS PARA UNA CONCEPCIÓN.. 425 de inmanente complementariedad intrínseca (=), de tal modo que queda sustituida la identidad absoluta del planteamiento parmení- deo por la de congenitud absoluta del axioma que he formulado »29. La manifestación de Jesucristo es suficientemente clara también en otros pasajes: Yo les he dado la gloria que me has dado para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado, y les he amado como me has amado a mí (Jn 17,22- 23). El axioma contenido en esta revelación es: el Padre y yo somos uno (P1= P2). «Este axioma (Pj = P2) no se obtiene, dentro del campo meta­ fisico, con sólo elevar la categoría de relación a principio; por tanto, es inseparable del enunciado “concepción genética del prin­ cipio. de relación”. La razón se debe a que las relaciones, care­ ciendo de su forma genética, siendo agenética, no podrían entrar en estado de complementariedad intrínseca, hasta el extremo que habríamos incurrido en el absurdo de un relacionismo ad infini­ tum que, identificándose con el propio infinito, resultaría un todo es todo en todas y cada una de las relaciones»30. Tal formulación genética es la de constituir el Padre y el Hijo único principio de relación, modelo para la metafísica y la teología, ocupando el Padre el término ontologico de generante —el Padre engendra al Hijo— , y el Hijo el término ontologico de engendrado —el Hijo es engendrado por el Padre—. El único principio de rela­ ción lo constituyen las dos personas divinas en unidad de relación genética: el Padre engendra al Hijo —generación activa—, el Hijo es engendrado por el Padre —generación pasiva—. En esta relación genética el Padre es denominado formalmente como Pj —primera persona divina, o primer término de la rela­ ción—, y el Hijo como P2—segunda persona divina, o segundo tér­ mino de la relación—. La relación genética entre los dos términos se indica con el signo de complementariedad —ya que no de igual- 29 F. R ielo, Formación cultural de la filosofía, o. c. (en imprenta). 30 F. Rielo, La persona no es ser para sí ni para el mundo , o. c., p. 11.

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