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392 FELIPE F. RAMOS •No os engañéis unos a otros; despojaos del hombre viejo con todas sus obras y vestios del nuevo, que se renueva sin cesar para lograr el perfecto conocimiento según la imagen de su Creador, en quien no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro o escita, siervo o libre, porque Cristo lo es todo en todos. Vosotros, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, revestios de entrañas de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, longanimidad» (Col 3,9-12). El creyente, en cuanto bautizado y en el acto del bautismo, quedó despojado del hombre viejo, del hombre pecador con sus obras características, del hombre en cuya vida no había espacio para Dios. Este hombre dejó de existir, murió, fue crucificado. La expre­ sión «ser crucificado con» subraya el esfuerzo violento y valiente para deshacernos de aquello a lo que renunciamos. Nosotros utili­ zamos la misma expresión para afirmar que hemos roto con algo que, de alguna manera, nos esclavizaba: «para mí, eso murió ya defi­ nitivamente». Aquello a lo que anteriormente nos sentíamos vincu­ lados dejó de tener influencia en nosotros. Eso es lo que significa despojarse del hombre viejo. El bautismo borró, arrancó de raíz todo el pasado pecaminoso del hombre. Pero esto no sucede de forma mágica ni sigue presente en el hombre por la ley de la gravedad. El hombre nuevo tiene que reno­ varse sin cesar. El verbo que traducimos por «renovarse sin cesar» (anakainóo, en la forma de participio presente pasivo [anakainoú- menon]) indica una transformación ya ocurrida y, al mismo tiempo, en progreso constante 8. El «hombre nuevo», intentando lograr un conocimiento más pro­ fundo y vital de las realidades divinas, se va convirtiendo en una imagen cada vez más perfecta de Dios. El que está en Cristo es una criatura nueva (Gál 6,15; 2Cor 5,17). La nueva creación escatológica de Dios es descrita aquí en referencia a Gén 1,26-27 (la cita no es explícita; procede de la influencia catequética). Por eso no se habla de revestirse de Cristo 8 A. M édebielle, Epitre aux Colossians, e n La Sainte Bible, Paris 1951 , p. 129 ; W. Bauer, Wörterbuch zum Neuen Testament, in lo co .

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