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390 FELIPE F. RAMOS la acción del Espíritu de Cristo. Este nuevo ser constituye la base de un nuevo actuar: «¿O ignoráis que cuantos hemos sido bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados para participar en su muerte? Con Él hemos sido sepultados po r el bautismo, para participar en su muerte, para que, como Él resucitó de entre los muertos para la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva» (Rom 6,3-4). La imagen del vestido utilizada por Pablo es la síntesis más esquematizada del nuevo ser del cristiano. Presupone la representa­ ción de Cristo como el gran vestido celeste, como la bóveda celeste que todo lo cubre. Vestirse de él es entrar en el eón o mundo nuevo o verse revestido de él. Con la imagen no se describe primeramente una conducta nueva, sino un ser nuevo que surge de una nueva relación con Cristo. Vestirse de Cristo significa comenzar a participar en su mismo ser, el nacimiento de un nuevo yo en nuestro interior gracias a la presencia de Cristo: «Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Gál 2,20). La fuente más probable de la inspiración paulina de esta céle­ bre frase del apóstol es la concepción escatológica de Cristo, con­ siderado como el segundo hombre original (el nuevo Urmensch), con la peculiaridad de ser el principio vital de todo, la an ima generalis4. El vestirse de Cristo significa la realidad ocurrida en el bautis­ mo, pero es aplicable también a la parénesis o exhortación, que describe las exigencias de la realidad ya lograda en el bautismo. La riqueza de la expresión la ponen de relieve las frases siguientes, que son más o menos paralelas: — Vestios de Jesucristo (Rom 13,14): es decir, convertir en reali­ dad existencial, en exigencia de una vida santa, la realidad sacramen­ tal, el acontecimiento salvador participado en el bautismo (Gál 3,27). 4 A. Oepke, art. cit. en TWzNT, II, p. 321.

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