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EL VESTIDO DEL CRISTIANO 405 cer de la vida del creyente (Rom 12,2); la llamada-vocación divina es el punto de partida de la pertenencia a la familia de Dios, y la respuesta positiva o la aceptación de la invitación introduce al hom­ bre en la recta relación con Dios, en la filiación participada gracias a la unión con el Hijo y en una visión cada vez más intensa y nítida de la gloria; la participación en la nueva creación o la pertenencia al nuevo eón exige un comportamiento que, al estilo de Cristo, con- viete al creyente en siervo humilde que acepta la voluntad de Dios hasta sus consecuencias últimas (Fil 2,6-11); la transfiguración de nuestro «mísero» cuerpo comporta el quehacer incesante del creyen­ te en orden a mantener la recta relación con Dios, con el prójimo, con el pecado..., a vivir la fe por la que el hombre se somete al señorío de Dios, a ser coherente con las exigencias de la oferta que Dios le hace; la acción salvadora de Dios le impone como tarea cotidiana el despojarse del hombre viejo y vestirse del nuevo, el vivir su filiación divina en un necesario proceso de desmundani- zación, de alejamiento del pecado en cuanto realidad antidivina y de vivencia cada día más intensa de su pertenencia a la nueva crea­ ción, al nuevo eón. La fórmula paulina «hasta ver a Cristo formado en vosotros» nos hace pensar que la forma no es perfecta desde el principio ni puede adquirirse en un solo momento. Nos obliga a pensar en un esfuerzo continuado por parte del evangelizador y de una larga y esforzada trayectoria por parte de los neófitos-creyentes 20. La trayectoria del creyente, en cuanto que ha sido introducido en el plan salvador de Dios, es una realidad ya lograda y, al mismo tiempo, en cuanto objeto de realización constante debe hacerse al ritmo que nos impone la vida teniendo en cuenta las circunstancias que la determinan. Dios mismo y Cristo, «su imagen», siguieron tam­ bién esta trayectoria. 3.3. ¿Cuál es el «modo» de la acción divina o la imagen que Dios ofrece de sí mismo a lo largo de la historia de la salvación o de su prehistoria hasta culminarla en todos sus detalles y matices en la persona de su Hijo? Una imagen grandiosa unas veces y humi­ llante otras. Depende del momento histórico en que fue pintada su 20 D. Buzy, Epitres aux Galates, en La Sainte Bible , XI, 1951, p. 460.

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