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348 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ «Ahora bien, dice claramente “completa” porque allí donde se detiene la vuelta a sí mismo, allí se detiene también el conoci­ miento, ya que allí mismo se introduce y permanece lo ajeno y, por consiguiente, lo desconocido»51. Se puede, pues, inferir que la reflexión es la raíz de la unidad, por cuanto la indistinción no hace, a su vez, sino expresar el alcan­ ce de la unidad misma. Hay, sin embargo, un lugar al menos en que esta tesis aparece enunciada con mayor claridad, si cabe. En el Sermo 29 del Opus ser- monum dice (traduzco de la traducción alemana de J. Quint, p. 24, ya que no me ha sido accesible el original latino): «Tu Dios es uno, y fuera de Él no hay nada que sea verdaderamente uno, porque no hay nada creado que sea entendimiento puro y exclusivamente entendi­ miento según todo su ser. Pues en ese caso no sería creable. Resulta pues manifiestamente que Dios es único en sentido propio»»52. En buena lógica, si nada de lo creado es verdaderamente uno, porque tampoco es pura y exclusivamente entendimiento —cabría matizar, acción refleja sobre sí— , el ententimiento, bajo el aspecto de la reflexión, es la raíz de la unidad. 24. LA ACCIÓN DE ENTENDER COMO FUNDAMENTO DEL SER Si es cierto lo que acabamos de indicar, parece obvio que se puede establecer, diferencias terminológicas aparte, una coherencia entre la doctrina sobre el ser, tal como ha aparecido hasta ahora, y la afirmación de las Quaestiones parisienses: «el entender mismo es el fundamento del ser»: 51 «Ait autem signanter “completa”, quia ubicumque sistit reditio ad se, ibi sis- tit et cognitio, quia ibidem mox subintrat et manet alienum et per consequens incog- nitum» (LW III, 186,11-13). Con otras palabras, la transparencia plena expresada por la «reditio completa» es la que permite la superación total de lo extraño. Y justamente tal superación es la que viene a expresar el concepto de indistinción, según hemos visto ya. 52 J. Quiut, 24.

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