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UNIDAD Y REFLEXIÓN 339 «desemejanza es la semejanza misma, y la indistinción es la distin­ ción misma»38. El nervio de la argumentación está en algo tan simple como sutil. Si las cosas se caracterizan por la distinción y, en consecuen­ cia, por la disimilitud entre sí, y si Dios es la indistinción misma y, en este sentido, es lo completamente disímil de las cosas, es obvio que esto se ha de traducir, en su relación a las cosas, en ser com­ pletamente semejante a éstas por contraposición a la disimilitud dominante en relación de las cosas entre sí. En consecuencia: cuan­ to más desemejante, tanto más semejante; cuanto más distinto, tanto más indistinto. Podríamos decir que entre las cosas priva la ausencia de comu­ nicación y la falta de intimidad. Dios viene, por así decirlo, a llenar ese doble vacío y representa, por ello, tanto la comunicación de las cosas y a las cosas como su intimidad: «Ahora bien, Dios, en virtud de su indistinción, de su infini­ tud se distingue de todo lo creado, distinto, finito, como es obvio según la Summa Theologica de santo Tomás, I, q. 7, a. 1 ad 3. Así pues, como se distingue por la indistinción y se asemeja por la desemejanza, cuanto más desemejante tanto más semejante» 39. Significativo es, en este contexto, el argumento platónico que se centra en las «rationes», en las ideas: «En Dios no se dan las cosas mismas o las formas de las cosas, sino las razones de las cosas y de las formas»40 («in deo non sunt res ipsae aut formae rerum, sed rerum et formarum rationes», LW II, 113,7 s.). Ahora bien, nada hay tan semejante y tan desemejante a la vez como la razón de la cosa y la cosa misma. Nada tan semejante 38 «Quid enim tam dissimile et simile alteri quam id, cuius dissimilitudo est ipsa similitudo, cuius indistinctio est ipsa distinctio» (LW II, 112,8 s.). 39 «Deus autem sua indistinctione, sua infinitate distinguitur ab omni creato, distincto, finito, ut patet I, q. 7 (a. 1) ad 3. Sic ergo quia indistinctione distinguitur, dissimilitudine similatur, quanto dissimilius, tanto similius» (LW II, 112,10-12). 40 «... in Deo non sunt res ipsae aut formae rerum, sed rerum et formarum rationes» (LW II, 113,7 s.).

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