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UNIDAD Y REFLEXIÓN 333 sentido dialéctico, como si el ser viniera a constituir una especie de tensión entre ser y no-ser, entre ser y no-ser sí mismo. Tal concep­ ción se excluye porque está en contradicción con la «purissima et plenissima affirmatio* en que Dios consiste (LW II, 77,11). La nega­ ción de negación sirve, pues, para expresar tal afirmación absoluta, en contraste con la negación, que es inherente a las cosas. Ello no quiere decir que en la realidad la «negatio negationis» no tenga, en rigor, equivalente alguno. Cierto que expresa la afir­ mación más pura y más plena, y que esto es lo que se da «a parte rei». Pero al ser expresada tal afirmación mediante una doble nega­ ción, se quiere decir que la afirmación o autoafirmación en cuestión no ha de concebirse como una especie de ser totalmente trascen­ dente, en el sentido de ser más allá y distinto del mundo y de los entes, de cada cosa en particular. Tal consideración por fuerza tiene que ser extraña al M. Eck- hart, puesto que en tal caso convertiríamos a Dios paradójicamente en un ser entre los seres, es decir, en un ser determinado que se delimita frente a los demás y al que, en consecuencia, le es inhe­ rente la negación en el sentido de no ser lo otro de sí. La negación de la negación como propia de Dios y como expresión de la absoluta afirmación en que consiste, viene a preve­ nir este peligro. En consecuencia, Dios es como presente y como dándose a todo mediante su propia actividad, directamente y sin intermediario alguno. Es obvio que esto tenía que plantear sus difi­ cultades a una concepción ortodoxa. Lo que en todo caso queda claro es que la afirmación pura y plena de sí mismo es correlativa a su presencia en lo otro de sí, o que el ser absolutamente consistente en sí sólo es pensable en cuanto comunicándose a todos y cada uno de los entes particulares. A la pura y estricta autoafirmación corresponde una gratuita y espontánea «actuosidad» en las cosas. Es en este contexto donde aparece la incorporación de la «redi- tio completa», tomada del Líber de causis, y que Eckhart cita con frecuencia. Sin perjuicio de volver más adelante sobre el tema, nos interesa decir aquí lo siguiente. Evidentemente, la vuelta del ser a sí mismo no puede enten­ derse en el sentido habitual: como un proceso consistente en salir

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