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UNIDAD Y REFLEXIÓN 327 Si ahora tomamos el ejemplo: «el león es animal», nos encontra­ mos igualmente con que el león, en cuanto que es sólo animal, no es ninguna de las cosas en que no se realiza la animalidad. En ese sentido va cargado de la misma dosis de negación que el concepto de animalidad. Pero, aparte de esto, «león» no se adecúa con tal con­ cepto, ya que evidentemente el león no es ninguno de los demás animales. Y por último, si digo: «esto es un león», la afirmación está circundada por las dos negaciones mencionadas y por una tercera, en cuanto que este león no es ninguno de los demás leones. Vemos, en consecuencia, que en ninguno de estos casos se salva un concepto de pura y simple identidad. Lo idéntico es simul­ táneamente lo diferente. La riqueza de contenido es, pues, en todo caso muy relativa, y viene expresada por «esto es esto y no es lo otro». Pero si, en vez de ir de la caracterización genérica a la indivi­ dual, pasando por la particular, seguimos el proceso inverso, adver­ timos que bajo otro punto de vista tenemos que ver con una depau­ peración progresiva de los conceptos. En lo que hemos visto, la depauperación se refería a que cada vez había que eliminar un número indefinido de clases de seres y de seres concretos. Si ahora reflexionamos sobre los conceptos mismos, p. ej., el concepto de animal o el concepto de león, nos damos cuenta de que el primero incluye infinitamente más que el segundo, pero que esta presunta riqueza se debe a su indetermina­ ción, es decir, al hecho de que se queda sólo con lo mínimo que se puede decir de la animalidad, si se pretende que sea generalmente válido para toda clase de animales y para cada animal concreto. En la noción de animal se incluirá, pues, sólo lo que es abs­ tractamente común a todos y cada uno de los animales reales y posi­ bles. Nada de lo que distingue al león de la serpiente, p. ej., se inclu­ ye en el concepto mismo de animal. Análogamente, el concepto de león vale para todos los leones, si se prescinde de las características que distinguen a las distintas clases de leones, como también de aquellas que distinguen unos leones de otros. Paradójicamente, el enunciado: «el animal es animal», no es idén­ tico a sí mismo, no sólo porque implica la negación de todo lo que no es animal, sino porque ni siquiera incluye en sí todas las dife­ renciaciones de la animalidad en su concreción.

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