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326 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ hecho de que en todos esos casos se salve la noción general de verdad, no quiere decir que la verdad misma sea indiferenciada, una especie de valor neutro aplicable a los más variados casos, sin distinción ni gradación alguna. Por una parte, es claro que la verdad del enunciado afirmativo es primaria respecto de la verdad del negativo. Se puede, en efecto, decir que «lo que no es verdadero oro no es oro» en razón de que «lo que es oro es oro verdadero», pero no al contrario. O, más precisamente, de la legitimidad de la proposición nega­ tiva podemos-«inferir» la verdad de la proposición afirmativa, pero ello no significa que estén en un plano de igualdad. En el orden de la fundamentación, el enunciado afirmativo implica el negativo, no al contrario: «verum ergo est esse quod est et, p er consequens, non esse quod non est» (LW II, 76,7 s.). Se puede, por ello, simplifi­ car la noción de verdad diciendo sin más: «verum est esse quod est». Pero, a su vez, esta caracterización afirmativa de la verdad no es indiferenciada, es decir, no vale indistintamente para las verda­ des afirmativas de todo tipo. Reflexionemos brevemente sobre el enunciado siguiente: «Veri- tas igitur affirmationis consistit in esse quod est» (LW II, 76,12). El sentido obvio parece ser: «la verdad de la afirmación consiste en que es lo que es», p. ej., en que el animal es animal o en que el ser es ser; en que el león es animal o en que Dios es el ser. Entonces la definición anterior se deja reducir a: «la verdad de una afirmación consiste en que lo que es tal cosa es tal cosa». A primera vista, pues, se trata de mera coherencia o identidad de conceptos, sin que sea necesario establecer distintos tipos de identidad ni, tampoco, garan­ tizar la referencia al orden de la realidad. Pero analicemos más dete­ nidamente el problema. Si se dice que «el animal es animal», se hace una afirmación explícita y, a la vez, una negación implícita, pues el enunciado inclu­ ye sin duda que el animal no es nada de lo que no es animal. Como el concepto de animal incluye en sí sólo un ámbito muy limitado de la realidad total, resultará que el enunciado «el animal es animal», aunque está expresado afirmativamente, se encuentra cargado con una dosis de negación muy fuerte, tan fuerte como es el cúmulo de realidades no mentadas por el concepto «animal». El animal es ani­ mal y, al mismo tiempo, no es una infinidad de cosas más.

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