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322 MARIANO ÁLVAREZ GÓMEZ no tiene otra función que expresar la afirmación absoluta. Hay que decir, no obstante, que no estamos ante una especie de superflui­ dad lingüística. Aunque la negación de la negación no hace sino expresar la afirmación absoluta tiene, como veremos, connotaciones muy precisas en relación, sobre todo, con las cosas mismas. 12. EL «UNUM» COMO «NEGATIO NEGATIONIS» Para precisar el significado del «unum» como «negatio negatio- nis» comentaré, en los apartados siguientes, un texto que, dada su importancia, no he dudado en transcribir íntegramente: «En sexto y último lugar hay que tener en cuenta que la ver­ dad de una proposición afirmativa consiste, en general, en la iden­ tidad de los términos y que, por el contrario, la verdad de una proposición negativa consiste en la alteridad y distinción de los términos. De ahí que el filósofo, en el libro cuarto de la Metafísi­ ca (c. 7, 1011 b, 27), diga que “verdadero es aquello de lo que se dice que es lo que es y que no es lo que no es”. Y Agustín, en Soliloquios (c. 5, n. 8), dice que “verdadero es lo que es”. Por ejemplo, todo lo que es oro es verdadero oro. Y, a su vez, lo que no es verdadero oro, tampoco es oro, aunque sea algo distinto de oro, p. ej., oropel. Pero aun esto, es decir, el oropel no es, si no es verdadero oropel, y así respecto de las demás cosas. Pues lo verdadero y el ente se “convierten” entre sí. Lo verdadero es, por tanto, que es lo que es y que no es lo que no es. Todo lo que se dice al margen de esto proviene del mal, porque proviene del no ente y de aquello que no es, y es malo porque es falso, ocioso y fallido, inútil y superfluo, según aquello de Mateo 5,37: “sea vuel- tro lenguaje: sí, sí; no, no; todo lo que pasa de aquí viene del mal”. Así pues, la verdad de la afirmación consiste en que es lo que es. Ahora bien, esto es propio de Dios y sólo de Dios. En el capí­ tulo tercero antes mencionado, es decir, en el capítulo tercero del libro del Éxodo, se dice: “yo soy el que soy”. “Yo” está dicho de modo diferencial; es un yo solo de forma singular. El Salmo dice: “soy yo de forma singular”. Ahora bien, el texto dice: “soy el que soy”, tanto porque Él mismo es la plenitud de ser y el ser pleno, como porque no es sino el ser puro. Se concluye, por tanto, que

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