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UNIDAD Y REFLEXIÓN 311 de la reflexión, de la «aprehensio» si, al mismo tiempo, es funda­ mento de ésta. Respecto del primero de los temas, Eckhart no trata de los tres conceptos simultáneamente, sino que habla, en un caso, de la dife­ rencia entre «esse» y «ens», mientras que, en otro caso, expone la diferencia entre «ens» y «ens hoc» en el contexto de una doctrina general sobre los trascendentales. Tal diferencia se puede resumir en lo siguiente: el ente es un predicado común, o el más común, que se atribuye o puede atribuir a todo objeto o cosa posible, a todo «aliquid». De éste podemos decir, en efecto, que es simplemente, en lo cual va implicada la idea de que es uno, verdadero y bueno, dada la convertibilidad de estos «praedicata communia». Cosa muy distinta es el «ens hoc», que se refiere a un predicado determinado, p. ej., hombre, atribuido a un algo. En este caso, el «ens» tiene —¿también los demás trascendentales?— función de cópula, de unión de un sujeto determinado a un predicado también determinado. Si deci­ mos, p. ej., «Martinus est homo», no afirmamos que Martín es, sino que es hombre. La proposición, en este caso, es verdadera, aun en el supuesto de que Martín no exista, ya que únicamente pretende­ mos afirmar la coherencia entre el sujeto y el predicado: «... se ha de hablar y juzgar acerca del ente de una forma y de otra forma distinta acerca de este ente. Lo mismo cabe afirmar respecto de lo uno y de este uno, de lo verdadero y de esto ver­ dadero, de lo bueno y de esto bueno. Pues cuando algo se deno­ mina ente, uno, verdadero, bueno, entonces estos términos singu­ lares son predicados de la proposición, y son según el modo de algo adyacente. Pero cuando algo es determinado, este ente, este uno, esto verdadero o esto bueno, como hombre o piedra y cosas así, entonces el predicado de la proposición son los términos “esto y esto”, y los términos comunes enunciados, como el ser, no son predicados ni son según el modo de algo adyacente, sino que son cópula del predicado con el sujeto. P. ej., cuando digo “esto es hombre o piedra” no predico el ser, sino que predico el hom­ bre o la piedra o algo similar. Por lo cual es verdadera esta pro­ posición: “Martín es hombre”, aunque no exista ningún hombre. Pues no digo que el hombre sea, ni predico el ser o la existencia de los términos, sino la coherencia. Así, cuando digo que la rosa

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