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UNIDAD Y REFLEXIÓN 295 aspecto será preciso afirmar una especie de identidad entre el ser de las cosas y la nada. Esto coincide, por lo demás, con afirmacio­ nes explícitas de otros textos de Eckhart. Pero esta idea se abre a una doble vertiente, que hace ver la paradójica virtualidad que la nada encierra. Por una parte, en el aspecto ontológico, las cosas son nada no simplemente por compa­ ración con el ser absoluto o pleno, si bien es éste el sentido en que la afirmación de la nada se suele entender: por comparación con lo infinito, lo absoluto o lo necesario, lo finito, lo relativo o lo contin­ gente es nada, es decir, es de todo punto irrelevante. En ese caso lo que se quiere decir es que las cosas son algo, aunque insignificante, análogamente a como decimos, sobre todo ante la fugacidad de la vida y la inminencia de la muerte, que «no somos nada». No es esto lo que piensa Eckhart. En el texto se afirma que las cosas no añaden ni aportan «abso­ lutamente nada» («nihil prorsus») de entidad, unidad, verdad o bon­ dad. Lo que es en verdad es sólo y exclusivamente Dios mismo. Luego las cosas serán sólo en cuanto que son en Dios o en cuanto que son Dios mismo. Por otra parte, en el aspecto epistemológico se enuncia una perspectiva correlativa de la anterior cuando Eckhart afirma: «al decir esto no destruimos el ser de las cosas ni les quitamos su ser, sino que lo constituimos». Ello equivale, al menos, a que de las cosas podemos hablar con sentido en la medida en que, supuesta su pro­ pia nada, las consideramos desde el horizonte de Dios mismo. 5. LA IDENTIDAD ENTRE EL SER Y DIOS Como caso especial de la identidad de los trascendentales con Dios conviene que consideremos ahora, más de cerca, la identidad entre el ser y Dios, así como las implicaciones y el sentido que tal identidad posee. Advertimos en primer lugar que Eckhart, para probar la tesis «Esse est deus», pone en juego una especie de argumento ontológi­ co, pero en sentido distinto del habitual, en concreto del propuesto por san Anselmo. Pues no se trata evidentemente de «deducir» el ser

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