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ESCRITURA Y SENTIDO EN E. LLEDÓ Y J. DERRIDA 269 vertirse en un juego formal de diferencias. Diferencias que Derrida denomina trazas. La escritura ahora no es un sustantivo, sino un encadenamiento sistemático y textual en el cual cada elemento, fonema o grafema, se puede constituir como referente de sí mismo a partir de la traza o la marca diferida. La escritura es, o como le gusta expresar a Derrida, la escritura (es) huella, différance, marca, traza. El texto es tejido auténtico, es un encadenamiento que sólo se produce en la transformación de otro texto 12, y por este motivo deja de tener valor la filosofía en cuanto a búsqueda de sentido para la intimidad. Al final, el problema del Fedro no es tanto la condena de la escritura en favor del habla como la preferencia de una escritura fecunda y generadora que se deposita en el interior (psyché) sobre una escritura exterior, desperdigada, diseminada 13. La diseminación es el efecto deconstructor sobre la tradición platónico-metafísica. Ahora bien, la diseminación de la letra escrita en la múltiple grafía silenciosa sólo puede entenderse como réplica porque se rompe también con la continuidad sustancial del tiempo. El tiempo del lògos ha estallado. Derrida pretende concluir deconstructivamente la destrucción de la metafísica clásica iniciada por Heidegger. Ello pasa, sin duda, por hacer vacilar el concepto vulgar de tiempo que ha recorrido toda la tradición filosófica desde Aristóteles hasta Hegel. Para Derrida, Heidegger también se encuentra preso de la indecibilidad de la pro­ pia metafísica en la medida en que su propósito es el de provocar un tránsito que legitime la alternancia: el tránsito de un tiempo deri­ vado, el tiempo propio de la diferencia ontologica, a un tiempo ori­ ginario. «La oposición de lo originario y de lo derivado, ¿no sigue siendo metafísica?, se pregunta Derrida. La demanda de la arkhé en general, cualesquiera que sean las precauciones de las que se rodea a este concepto, ¿no es la operación “esencial” de la metafísica?»14. 12 Cf. J . D err id a , Posiciones, trad. M. Arranz, Valencia, Pre-textos, 1977, pp. 35-36. 13 Cf. idem, De la gramatología..., p. 227. 14 J . D errida , Ousía y gramme, en Márgenes de lafilosofía, trad. Madrid, Cáte­ dra, 1989, p. 98. Según Habermas, la deconstrucción de Derrida adolece del mismo defecto que la crítica heideggeriana al trasladar la cuestión del ser a la capa más

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