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266 JOAQUÍN ESTEBAN ORTEGA más importantes al fenómeno de la escritura de la mano de la men­ tada provocación platónica 5. Una de esas perspectivas filosóficas contemporáneas a las que aludimos, que centra en el fenómeno de la escritura buena parte de sus preocupaciones, es la gramatología de J. Derrida, tal y como se inscribe en la denominada filosofía de la desconstrucción 6. Derrida ha sido, y continúa siendo, un fructífero y crítico interlocutor de la hermenéutica gadameriana, y, por extensión, de la filosofía de la memoria y del sentido. Por este motivo, y dentro de este contexto, creemos que Lledó, del mismo modo que Derrida hace con otras intenciones, ha querido reaccionar a la condena platónica de la escritura, pero conservando un platonismo enriquecido dialógica- mente en la filosofía de la memoria. Vamos, en lo que sigue, a intentar exponer y analizar compara­ tivamente la consideración que de la escritura se desprende de los últimos escritos de Lledó, poniéndola en relación y contrastándola con las pretensiones deconstructivas de Derrida en la medida en que percibimos un diálogo implícito de interés para nuestros análi­ sis. Ello lo haremos tomando como referencia las dos lecturas que ambos autores realizan del mito platónico de Theuth y Thamus. La gramatología de Derrida poco tiene que ver con la tradicio­ nal ciencia de la escritura que centra sus estudios en la historia y sis­ tematización analítica del fenómeno lingüístico y cultural de la escri­ tura. No se trata, ni mucho menos, de una perspectiva histórica. El que el concepto de escritura de la gramatología exceda e implique el de lenguaje, supone una determinada definición de len­ guaje y de escritura 7, y al mismo tiempo una reconsideración del 5 Nos referimos a El silencio de la escritura (1991); El surco del tiempo (1992); Las palabras en el espejo (1994). 6 Intentando «no-caracterizar» el concepto, o mejor, el no-concepto de decons­ trucción, ver Carta a un amigo japonés, en Suplementos Anthropos, 13 (1989) 86, Derrida nos dice que no es un análisis, ni una crítica, ni tampoco un acto u opera­ ción que tuviera que remitir a un sujeto actuante. Para Derrida no existe ninguna identidad subjetiva (ni individual, ni colectiva) que haga de la deconstrucción un ele­ mento creativo para ser aplicado a cualquier objetividad lingüística: letra, texto, etc. 7 Cf. J. D errida , De la Gramatología, trad. O. del Barco y C. Ceretti, México, Siglo XXI, p. 14.

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