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ESCRITURA Y SENTIDO EN E. LLEDÓ Y J. DERRIDA 273 la escritura, en este sentido, es lo que vivifica la temporalidad de la memoria en la participación intersubjetiva del lógos común 18. Las letras son silenciosas. Únicamente la íntima temporalidad ya cons­ truida de la memoria del lector es la que puede ofrecerles el susten­ to semántico del que carecen. En palabras de Lledó: «El lógos escrito (lógos gegramménos), no es lógos si no recibe el tiempo del lector» (ST, 95). Pero el lector no puede proyectar sentido desde la intimi­ dad de su memoria si no es porque habita, junto a las letras, en el espacio común del lenguaje. Las letras, en este espacio compartido, hacen relativa la clausura de su silencio. 18 Sobre el asunto de la idealidad en la palabra y, en general, sobre esta pers­ pectiva hermenéutica en tomo al fenómeno de la escritura ya se manifestó también Gadamer. Me permito presentar algunos textos significativos, en los que encontra­ mos estas intuiciones y con los que corroboramos la filiación hermenéutica de E. Lledó: «El que la esencia de la tradición se caracteríce por su lingüisticidad adquiere su pleno significado hermenéutico allí donde la tradición se hace escrita. En la escri­ tura se engendra la liberación del lenguaje respecto a su realización. Bajo la forma de escritura todo lo transmitido se da simultáneamente para cualquier presente. En ella se da una coexistencia de pasado y presente única en su género, pues la con­ ciencia presente tiene la posibilidad de un acceso libre a todo cuanto se ha trasmiti­ do por escrito». H. G. G adamer , Gesamm elte Werke, Tübingen, J. C. B. Mohr, Bd. 1, 1990, 6 ed. (en adelante GW , I), p. 393. Trad. esp., A. Agud, R. de Agapito, Sala­ manca, Sígueme, 1977 (en adelante VM, I), p. 468. «La tradición escrita no es sólo una porción de un mundo pasado, sino que está siempre por encima de éste en la medida en que se ha elevado a la esfera del senti­ do que ella misma enuncia. Se trata de la idealidad de la palabra, que eleva a todo lo lingüístico por encima de la determinación finita y efímera que conviene a los demás restos de lo que ha sido. Pues el portador de la tradición no es ya tal o cual manuscrito que es un trozo del entonces, sino la continuidad de la memoria» (GW, I, 394; VM, I, 469). «En la escritura el lenguaje accede a su verdadera espiritualidad, pues la con­ ciencia comprensiva llega frente a la tradición escrita a su plena soberanía (...). La escritura no es un simple azar o una mera adición que no altera cualitativamente nada en el progreso de la tradición oral. Es claro que también sin escritura puede darse una voluntad de pervivencia, de permanencia. Pero sólo la tradición escrita puede ir más allá de la mera permanencia de los residuos de una vida pasada, a partir de los cuales le es permitido a la existencia reconstruir otra existencia» (GW, I, 394-395; VM, I, 470). «El carácter escrito es la idealidad abstracta del lenguaje» (GW, I, 396; VM, I, 471).

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