PS_NyG_1996v043n001p0247_0260

EXPERIENCIA DE DIOS EN LA HISTORIA 253 ca de Dios. Pero ofrece estos elementos, que pueden ayudar a com­ prender la experiencia radical y originaria de Dios como experien­ cia vaga y atemática. Estas ideas de la filosofía de Heidegger encuentran su corres­ pondencia en una antropología teológica que también nos ofrece elementos para una explicación de esta experiencia de Dios. El fun­ damento estaría en el paso de Génesis 1, 26: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza». Dios crea al hombre a su imagen y semejanza, capaz de recibir la comunicación de Dios. El hombre está desde el principio elevado a un orden sobrenatural y su fin es Dios mismo. Desde el principio el hombre es naturaleza elevada (natura elevata), la naturaleza pura (natura pura) no ha existido nunca de hecho. No vamos a entrar aquí en la polémica teológica sobre el mis­ terio de lo sobrenatural, de mediados de este siglo, en la cual inter­ vinieron sobre todo el teólogo francés H. de Lubac, el mismo Karl Rahner y Juan Alfaro, entre otros. Que el fin sobrenatural es gratui­ to, es uno de los puntos fijos de la cuestión que nadie pretende negar. Que, por otra parte, el fin del hombre no debería ser del todo externo y como meramente añadido desde fuera a la naturaleza humana, es el otro punto de referencia. Ponerlos de acuerdo, cons­ tituye el núcleo del problema l6. Aunque no vamos a entrar en él, sí queremos quedarnos con algunas conclusiones: El hombre desde un principio es naturaleza elevada y tiene un fin sobrenatural, Dios mismo. Este fin, aunque gratuito, no debería serle del todo externo al hombre. Según esto, el hombre como naturaleza elevada es capacidad o «potencia obe­ diencial» para la aceptación consciente de una autocomunicación de Dios. La realización de esto constituye su fin. Por otra parte, este fin no debe entenderse como un término final, sino como algo que está actuando ya desde el principio (finis primus in intentione, decía la filosofía clásica). Y el hombre tiende hacia él como lo que es, como ser racional interpelado constantemente y lla­ mado a dar una respuesta y una decisión conscientes y libres. 16 Cf. J. A. D e la P ien d a , El sobrenatural de los cristianos, Salamanca 1985.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz